Thierry Henry: "Larga vida al rey Henry", por Jerónimo Pimentel
Thierry Henry: "Larga vida al rey Henry", por Jerónimo Pimentel
Redacción EC

A propósito del debate entre Messi y Ronaldo, se acumulan récords individuales y grupales como si fueran argumentos para sostener la primacía de uno sobre el otro. No es esa la forma adecuada de evaluar a un futbolista ni la de resolver la paradoja de cómo evaluar el talento singular en un deporte colectivo. Porque si así fuera, el mejor del mundo sería Thierry Henry, el único jugador que ha ganado todos los títulos, en clubes y selección, a los que un futbolista puede aspirar.

Esto tampoco es un demérito, pero sí da una medida. Son campeones del mundo Bodo Illgner, Héctor Enrique, Luis Galván y Ray Wilson. Nadie en sus cabales sospecharía que uno de ellos es mejor que Messi o ‘CR7’, que nunca levantaron el trofeo de la FIFA. Pero con Henry el problema es mayor: a la Copa del Mundo hay que añadirle una Euro, una Copa Confederaciones, una Champions, dos Premier Leagues (una de ellas de manera invicta), una Liga Española y otra Ligue 1. Su vitrina se engalana con unas estadísticas de infarto: 284 goles en 581 partidos en clubes, a una media de 0,48 goles por ‘match’; en selección, 82 tantos en 123 encuentros, un promedio de 0,41.

Pero de nuevo, lo cuantitativo no alcanza para mesurar el calibre de una estrella. Henry sumaba a su eficacia una inteligencia espacial notable, una elegancia sublime en sus desplazamientos y una rapacidad terrible al momento de buscar el arco. Sus definiciones con pie abierto al segundo palo, además de ser técnicamente perfectas, parecen naturales, espontáneas, como si no hubiera mayor esfuerzo en su ejecución. Pero su versatilidad de cara al gol era magnífica: se le recuerda recibiendo de espaldas, fuera del área, para soportar la marca de Dennis Irwin, levantar la bola con el mismo pie, y con esta ya en el aire, lanzar una bomba al poste más lejano de Barthez; en otra galería se le ve recorrer 80 metros para definir un mano a mano canónico; en otra estampa anota la volea que elimina a Brasil del Mundial 2006; en un gif, es Dudek quien recibe el inicio de lo que será un ‘hat trick’ al Liverpool; en You Tube, un taconazo descoloca a una defensa entera; en un página de tributo, coge un pase en el mediocampo y se quita a Ronaldo, Marcelo, Beckham y Ramos y, finalmente, vence a Casillas para eliminar a los ‘galácticos’ en Madrid.

Antes de su retiro, Henry ya era una leyenda. No muchos jugadores poseen un monumento ya no en vida, sino antes de colgar los botines. Una celebración suya, eternizada en bronce, recuerda a todos los ‘gunners’ que Wenger, en el verano europeo de 1999, pagó 11 millones de libras por un extremo francés de la Juve cuya misión era reemplazar a Anelka. Su compatriota lo reconvirtió a ‘9’ y empezó así un idilio que se inició en Highbury, prosiguió en el Emirates, donde regaló una última felicidad a manera de ‘comeback’, y que ciertamente no acabará nunca.

Rey, mago, diferente… Son muchos los apelativos que los aficionados creamos para elogiar la virtud que juzgamos inalcanzable. Henry, con serenidad, calma los ánimos con un lema que funciona como cabecera de su cuenta oficial de Twitter: “Los aficionados lo llaman genio. Los maestros le dicen práctica”.

TAMBIÉN PUEDES LEER...

Contenido sugerido

Contenido GEC