El fin de semana pasado fue posible ver a dos selecciones venezolanas: la adulta y la Sub 17. La primera venció a Argentina 3 a 1 en Madrid, mientras que la segunda empató de visita ante sus pares peruanos en el estadio de San Marcos. Las sensaciones que dejaron ambos cuadros son de las pocas noticias alentadoras que llegan del país llanero.
Ante el equipo de Messi, uno de los conjuntos albicelestes más desdibujados en tiempo, los dirigidos por Dudamel ratificaron por qué sus empates previos ante los bicampeones del mundo no fueron casualidad. Mostraron orden táctico, juego sin complejos y efectividad. Venezuela cuenta con una bonita colección de jugadores competentes, del arquero Faríñez al goleador Rondón, y es capaz de orientarlos en el campo con criterio, de tal forma que aprovecha la jerarquía de Rincón y Murillo. No hay aspavientos tácticos ni innovaciones: juegan con línea de cuatro al fondo, buscan desbordar por las bandas y, cuando es posible, los volantes buscan al ‘9’. El ABC del fútbol que, ante el desconcierto, suele bastar.
Los juveniles, dirigidos por Hernández, empataron en Lima con un acabado más rústico. Ordenados atrás, poseen un arquero fiable como Vega (la que le sacó a Grimaldo debe ser una de las atajadas del torneo), un mediocentro con buen pie como Faya y se apoyan en volantes atléticos que buscan alimentar a Pérez y a Ruggeri. Intercambiaron el dominio con Perú y, sin superarlo en el juego, justificaron la paridad. Nada de otro jueves, pero de nuevo, suficiente para conseguir las tablas ante una selección que se preparó para jugar un mundial.
El excelente reportaje publicado por Renzo Giner en estas páginas explica bastante bien de dónde viene la sensación de madurez que se percibe en las selecciones venezolanas recientes. Son el resultado de procesos largos (Farías, Dudamel), una política que obliga a los clubes a alinear juveniles en las competencias profesionales e inversión para conseguir roce internacional. Los logros se vieron hace dos años en el Mundial Sub 20 de Corea, donde fueron finalistas, pero continúan. Que la federación de dicho país logre tanto en un contexto socioeconómico crítico no hace sino despertar más aplausos.
El crecimiento de la Vinotinto es una buena noticia que preocupa de cara a la Copa América y a las Eliminatorias. En realidad, debería ser tomado como un orgullo regional, en tanto el nivel de las selecciones de la Conmebol sube y, por tanto, forzará a que mejore la competitividad, pero en torneos de suma cero eso significará un fixture más complejo y una tabla más apretada.
Quienes creían que Perú se benefició de un grupo sencillo en la Copa América de Brasil tendrán que revisar sus prejuicios. Si no, que se lo pregunten a Scaloni y a Silvestri.