José Antonio Bragayrac

El retrato no fue producto de la inspiración ni mucho menos resultado del azar. Habían detrás un propósito, una ilusión y una promesa que el club Alianza Lima supo cristalizar gracias a una capacidad de planificación digna del primer mundo. Los últimos días en las instalaciones de la institución se han parecido más a un circuito de Fórmula Uno por la velocidad en que todas las áreas se han conducido para hacer posible la llegada de Paolo Guerrero, el ídolo histórico de la selección peruana que, junto a su compadre Jefferson Farfán, terminaron hincados con la blanquiazul en el pecho y la tribuna sur como marco perfecto para la fotografía.