Sporting Cristal ganó el partido decisivo. Y con autoridad. Dejó mal parado a un Alianza Lima que llegaba invicto. Lo hizo ver, por momentos, como equipo de media tabla. Mérito de los hombres de Ahmed, que jugaron como una verdadera final. El 3-2 de ayer en el Estadio Nacional se puede explicar desde estas tres razones.
Porque fue el que más buscó. Cristal lo quiso ganar más que Alianza. Al menos esa sensación me dejó el partido. Los primeros minutos fueron muy intensos y hubo mucho desorden. La pelota viajó de un área a otra muy rápido. Pero cuando Cristal se acomodó en el campo, tomó las riendas del juego y generó varias ocasiones. Tras el gol, Alianza prácticamente no remató más, mientras que Cristal exigía a la defensa íntima y George Forsyth. Alianza lo peleó mucho en el mediocampo, pero nunca fue al frente con la misma convicción del equipo dirigido por Daniel Ahmed. Cedrón no gravitó, tampoco Costa. No fue el mejor partido de Atoche tampoco. El tiempo terminó haciendo justicia en el Nacional y premiando al equipo que más lo buscó.
Porque propuso buen fútbol. Cristal no ganó como sea. Lo hizo practicando el juego asociado y ofensivo que le ha caracterizado en este Torneo Clausura. Por si no lo han notado, Cristal es el equipo más goleador del torneo con 32 goles en 13 partidos. Una media de 2.4 tantos por encuentro. El equipo de Daniel Ahmed tiene variantes en ataque. Puede atacar por el medio y por fuera. Cuando Calcaterra y Lobatón se juntan, son capaces de desbaratar cualquier sistema defensivo central. Y tienen a Sergio Blanco de definidor, finalizador. Por las bandas, los rimenses tienen velocidad e ingenio. Lo primero con sus laterales: Yotún y Chávez. Lo otro con Ávila y Núñez. Se nota que hay automatismos ofensivos en el cuadro del Rímac. Ayer lo sufrió Alianza.
Porque Guevgeozián perdió dos claras. A este Cristal que está muy cerca de campeonar en el Torneo Clausura se le puede criticar algo: su debilidad en defensa. Más que debilidad, sus desatenciones. El primer gol de Alianza llegó por una mala comunicación de los defensores y Penny. Y luego hubo dos regalitos a Mauro Guevgeozián, pero el uruguayo no los aprovechó. Se notó que estaba falto de ritmo. En la primera, estuvo solo y cabeceó al medio, a las manos de Penny. En la segunda, definió apurado fuera del área cuando el arquero rimense ya estaba totalmente jugado. Los hinchas íntimos se siguen lamentando de esas dos opciones desperdiciadas. Y ambas fueron cuando el partido iba 1-1.