Marco Quilca León

Lo anheló cuando se divertía junto a su compadre Jefferson Farfán en aquella categoría 84 de Alianza Lima que era imparable en menores. Estuvo cerca dos veces en el 2002, ya con 18 años, pero su calidad, demostrada con los años, hizo que despegara antes hacia la élite del fútbol europeo. Veintidós años después, Paolo Guerrero cumplió su sueño de niño, el de su familia, de su madre Doña Peta, de su tío ‘Caíco’ Gonzales: por fin debutó con el club de sus amores. Jugó poco más de 20 minutos en el triunfo íntimo por 1-0 ante Carlos Mannucci por el Torneo Clausura de la Liga 1 Te Apuesto.

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Su rostro reflejaba felicidad. Su semblante era totalmente distinto a su última aparición en un estadio peruano, aquel 13 de julio en el Mansiche en el que se negó a jugar con su anterior club, César Vallejo. Aquel día se dio el primer gran paso para su histórico regreso.

Conoce Matute, claro, como pocos. La ovación de su gente, también. Lo vivió en algunos amistosos que jugó por la “Tarde Blanquiazul” o en la presentación que tuvo a estadio lleno. Pero esta vez fue distinto. Bajó por primera vez por la tribuna occidente junto a la delegación aliancista y desde ahí ya sentía el calor del hincha que lo aplaudía.

Canillera en mano, masticando chicle, Paolo se sentó en el banco de suplentes junto a Ricardo Lagos y Jhamir D’Arrigo. Serio, concentrado, mirada fija en el partido. Las sonrisas de los minutos previos al partido dieron paso a la concentración. Contó alguna vez que no le huye a la idea de ser técnico. Hoy, con 40 años, en los últimos suspiros de su exitosa carrera, ya piensa como uno, por eso no pierde el tiempo y observa (analiza) cada jugada. Ni siquiera se inmutó cuando la tribuna sur estalló con la llegada de Farfán y Roberto Guizasola, sus amigos. Cumplieron su promesa de cantar junto al Comando Sur en su debut.

A los 24 minutos del primer tiempo, Hernán Barcos marcó un golazo -¿sutilieza o centro?- y Guerrero fue sobrio. Buscó la mirada del ‘Pirata’, sonrió y levantó el puño en señal de festejo. Ambos, de 40 años, son los líderes del vestuario. El argentino recibió a Paolo, vieron juntos el Perú-Colombia en el estadio Nacional el viernes pasado y se elogian cada vez que pueden. “Como dije antes que llegue, para nosotros es una alegría que esté acá. Lo vamos a disfrutar. Tenemos mucha experiencia acá, por no decir años”, comentó Barcos en zona mixta ante la sonrisa cómplice del peruano.

Y mientras las cuatro tribunas gritaban su nombre cada vez que salía a calentar, Paolo intentaba mantener la tranquilidad con el corazón latiendo a mil por hora. A los 70′ recién se dio su soñado ingreso. El técnico Mariano Soso lo llamó para que reemplazara a Barcos. Y el ‘9′ le dio la cinta de capitán, un gesto que el peruano, con el dorsal ‘34′ en la espalda –en alusión al título de 1934 que los aliancistas se adjudican–, no se lo esperaba. Fue una decisión de momento, de líder a líder.

Las cuatro tribunas de Matute estallaron con su entrada. Era el regreso oficial del hijo pródigo. Aunque el contexto del partido no ayudó a que tuviera muchas oportunidades. Una barrida que la hinchada aplaudió, algunos movimientos y un cabezazo en su área para rechazar un centro. Tuvo, también, una chance que no pudo concretar. Inició un contragolpe que acabó en los pies de Catriel Cabellos (coincidieron en Racing en 2023). Paolo esperó una asistencia, pero el volante hizo la personal y la jugada terminó en un remate bloqueado. Después del partido, el ‘9′ le “reclamó” esa jugada. “Él es como ‘9′, define muy bien. En Racing nos quedábamos los dos haciendo trabajos de definición y lo hacía muy bien. Pero le dije que me la podía haber pasado, pero nada, todo bien”, señaló entre risas.

Paolo fue feliz en el inicio de su nueva historia. Y su madre, Doña Peta, se emocionó. Estuvo en uno de los palcos viendo a su hijo volver a vestir la camiseta de sus amores, la herencia de su hermano ‘Caíco’ Gonzales. “Hace 22 años que se fue y hoy volvió a su casa. Fue emocionante, tanto que no lo puedo explicar. Él está contentísimo”, declaró tras el encuentro.

Paolo Guerrero reclamándole a Catriel Cabellos por una jugada en la que el delantero consideró que el volante pudo haberle pasado la pelota para que anotara. (Foto: Jesús Saucedo / GEC).
Paolo Guerrero reclamándole a Catriel Cabellos por una jugada en la que el delantero consideró que el volante pudo haberle pasado la pelota para que anotara. (Foto: Jesús Saucedo / GEC).

El plan Paolo Guerrero

Ya se puede decir: es el Alianza Lima de Mariano Soso. Con sus pro y sus contras. Con la intensidad que imprime cada jugar para presionar alto y recuperar el balón lo más rápido posible tras pérdida, pero también con la imprecisión que implica jugar a mil por hora cada minuto. Así vive el fútbol el técnico argentino, así quiere que sean sus equipos. La deuda pendiente es afinar la toma de decisiones cerca al área rival. Generó mucho en el primer tiempo, pero solo concretó una vez.

Los primeros 45 minutos, los que vio Paolo en el banco de suplentes, fueron totalmente blanquiazules. Ocho disparos de Alianza (solo uno a portería) contra una del visitante. Una brecha totalmente larga que mostraba que el 1-0 no era justo. Pero increíblemente el segundo tiempo fue distinto. Mannucci cambió de chip, tomó valentía y se acercó al arco de Angelo Campos. Y Alianza parecía haber olvidado todo en el vestuario. Por eso Soso hizo cambios rápido, incluido el de Guerrero por un agotado Barcos.

La idea del técnico es llevar a pocos al ‘Depredador’, aunque también entiende que no queda mucho tiempo. Se jugó la fecha 10, quedan siete partidos por delante y unos más en caso de que ganen el Clausura y saquen boletos para los play-offs. Justamente pensando en la definición del torneo, Soso quiere sacar la mejor versión de Guerrero. “Físicamente estoy mejor”, señaló el delantero. Es consciente que aún no está al cien por ciento. Ante Atlético Grau, este miércoles 18, volverá al banco a esperar su turno, pero quizá tenga más minutos.

Alianza ganó, con susto, y es el líder absoluto del Clausura con 23 puntos, cinco más que Cristal y la ‘U’ (un partido menos). El debut de Guerrero fue fiesta de principio a fin.