Lionel Messi es el mejor de todos. Se acabaron las palabras para describirlo. A veces, los periodistas quedamos en ridículo para explicar lo que hace. Lionel ha goleado al diccionario. Solo lo hace y ya. Sus imágenes en azulgrana ya no contrastan con las de celeste y blanco. Juega con todos y todos juegan con él.
Desarrolla su talento con comprensión del juego. Suma pase, inspiración y gol, aunque aún quedan algunos críticos por convencer y se juega el prestigio en cada acción. Es el futbolista más desequilibrante del mundo. Como resumió Santiago Segurola, periodista español: “Lionel Messi es Maradona todos los días”.
Formado en Barcelona, encontró al técnico que más lo maximizó. Guardiola, que es un genio, localizó su lugar ideal. El colectivo elaboraba para que, en los últimos veinte metros, Messi impusiera su calidad. Su rendimiento fue a más, sobre todo en su capacidad para finalizar. El balón le llegaba limpio, arrancaba en el punto de partida justo y con los espacios abiertos para resolver. No partía a 50 metros del arco para buscar siempre la jugada individual y forzada. El gol perfecto para Pep es luego de una acción llena de pases y sin una sola gambeta.
En Argentina, también comenzó a destacar. Sabella, que no es genio pero es 100 veces más técnico que Maradona, sí lo potenció. Lo ubicó libre, para desequilibrar en los metros decisivos sin necesidad de retroceder a su campo.
Por ratos, camina la cancha, parece distraído y logra que el contrario no piense en él. Y aparece en el momento preciso con lectura y entendimiento para ejecutar la jugada correcta con simpleza o brillantez. Crack. Lástima que algunos amargos no lo disfruten por el solo hecho de no ganar, por ahora, un Mundial.
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#ManuelBurga sobre Copa América: "Me gustaría a Chile de rival" ⏩ http://t.co/ANtHVmMDD1 ¿Tú qué crees? pic.twitter.com/cte8YxpulZ— DT El Comercio (@DTElComercio) noviembre 24, 2014