Claudio Pizarro se refirió a las declaraciones de Ricardo Gareca. | Foto: Reuters
Claudio Pizarro se refirió a las declaraciones de Ricardo Gareca. | Foto: Reuters
Pedro Ortiz Bisso

Veinticinco años después, frente al portón de una casona en Tapiales, Ricardo Gareca mira pasar a sus vecinos arrullado en una mecedora, con el sol pegándole en el rostro. A su lado, un encanecido periodista peruano pide respuestas sobre su relación con Maradona, Bilardo, el gol al Chevo Acasuzo y las eliminatorias para Rusia. Hasta que, pasados 45 minutos, le hace la pregunta que el jubilado entrenador llevaba esperando desde que lo llamó para pedirle la entrevista:

¿Por qué no convocó a Pizarro?



Milonga, dice la Real Academia, es una “composición musical folclórica argentina de ritmo apagado y tono nostálgico, que se ejecuta con la guitarra. Es un baile muy parecido al tango de origen rioplatense”. En el habla coloquial, señala también, significa engaño (¿me estás milongueando?), cuento, así como discusión o riña.

La reacción de Claudio Pizarro era previsible tras la poco feliz explicación que dio Gareca sobre su no convocatoria para la Copa América. Pero la respuesta del jugador fue desproporcionada. Y el uso del sustantivo, irrespetuoso.

Pizarro lleva tres años lejos de la selección. Su último partido lo jugó en Montevideo, ante Uruguay (0-1), el 30 de marzo del 2016. Fue la noche que abandonó la cancha lesionado antes de los cinco minutos de iniciado el segundo tiempo. De ese momento, quedaron grabadas las imágenes del airado reclamo que le hizo Paolo Guerrero, mientras el entonces capitán de la selección trataba de explicarle que no podía jugar más.

No volvió a ser llamado, ni cuando la suspensión de Guerrero dejó a la delantera blanquirroja sin una alternativa definida. ¿Qué pasó? ¿Cuál fue el cortocircuito interno que generó ese divorcio? Los trascendidos abundan, pero no hay nada oficial. Lo cierto es que tras ese partido, hubo un clic en el manejo de la selección que se reafirmó en la Copa América Centenario y derivó en la clasificación a Rusia 2018.

Hay, pues, tres años de evidencia que dan cuenta que el delantero del Bremen no se encuentra en el radar del entrenador de la selección. Y si alguien albergaba la mínima esperanza de lo que lo estuviese, luego de lo ocurrido no lo estará jamás.

Apena que el fin de esta relación entre dos personas, que con sus altas y sus bajas, forman parte de la historia grande del fútbol peruano, se formalice con una de las discusiones más infantiles que se recuerde. Y esto sí que no es una milonga.

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