La leyenda reza que Augusto Polo Campos la escribió en 15 minutos, detrás de la factura de un café, allá por 1977.
Un encargo del gobierno militar de aquel entonces que, lejos de generar controversia, nos fue hermanando con el tiempo.
Con ese corrientazo de inspiración que ya quisiésemos tener los mortales, Polo Campos le entregó a un equipo, pero sobre todo a un país, un canto popular que nos estremece como ningún otro. Un canto que ha traspasado largamente los confines del criollismo para embargar de sentimiento a generaciones diversas.
Pasó en Rusia 2018 con los miles de peruanos que plantaron bandera por allá. Pasó la noche del último martes ante Paraguay. Una sorpresa para Moraima Cavero, hija de Arturo ‘Zambo’ Cavero, la voz telúrica que mejor la ha interpretado en la tierra y ahora en el cielo.
“Nuestra familia se siente embriagada de gratitud cada vez que la gente la entona. Yo tomé conciencia de eso cuando mi padre falleció. Siempre se la pedían y él nunca se negó”, cuenta Moraima, una de sus tres hijas.
El ‘Zambo’ hizo de “Contigo Perú” su sello ante el mundo. No lo hubiera conseguido sin los acordes de Óscar Avilés, otro inmortal que hinchó siempre por la Blanquirroja.
“Mi padre le entregó su vida a la música, pero también al fútbol. En los años setenta solía acompañar al equipo en sus viajes. Y lo siguió haciendo hasta en las épocas de Claudio Pizarro y Paolo Guerrero”, dice Lucy Avilés, otro alto valor de la música criolla que además es su hija.
Cuando suena el inconfundible “titun, titun, titun” en la intro de “Contigo Perú”, algo sucede. Un acto mágico que la ha convertido por unanimidad en nuestro segundo himno nacional.
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