(Foto: El Comercio)
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Ricardo Montoya

Si yo fuera , me sentiría orgulloso porque pude armar un grupo sólido siguiendo mis instintos y confiando en lo que creo. Porque he sido fiel a la forma como concibo el fútbol olvidando las exigencias populares. Mi equipo tiene una forma de jugar, tiene carácter, está unido y representa la identidad de su pueblo. Creo que elegí bien a mis hombres. Los chicos que ayudé a crecer me han respondido en la cancha.

Si yo fuera Gareca, intentaría estar tranquilo. No es fácil eliminar a tu país de origen. Por otra parte sabría, en mi fuero interno, que esta situación es una curiosa mueca del destino. Yo, paradójicamente yo, el que dejó fuera a aquella vez, puedo ayudar ahora a que clasifique a la Copa del Mundo. Más extraño que eso, imposible. No tendría conflictos, sin embargo; soy un profesional. Si nos va bien, sentiría saldada la deuda del 85 y por fin yo también tendría mi Mundial en Rusia. De paso, quedaría demostrado que era capaz de dirigir la Albiceleste con éxito.

Si yo fuera Gareca, haría un íntimo mea culpa. Reconocería mis errores ante la gente más cercana, porque hubo partidos en que equivoqué un cambio o fallé en el once. Ojo, también me felicitaría por los encuentros que corregí a tiempo. No fueron pocos. Supe replantear varias veces y levantamos resultados imposibles. Acerté en dejar fuera algunos nombres ilustres. Y Paolo se confirmó, desde entonces, en el líder que el plantel necesita.

Si yo fuera Gareca, prepararía en combo los dos partidos que se vienen. Le daría tanta importancia al encuentro contra Argentina como al de Colombia. Los programaría como una secuencia en la que lo que ocurra en el uno va a influir en el otro. Trasmitiría esto a los muchachos: concentrados siempre independientemente del marcador.

Si yo fuera Gareca, prepararía al grupo ante la eventualidad de verse superados en el juego o en el score. Si le toca verse en desventaja, no estará permitido patear el tablero. En ninguna circunstancia bajar los brazos, o caer en desesperación. Les recordaría la importancia que tienen los goles a favor y en contra. Son decisivos. Y les pediría que sean inteligentes y tenaces para buscarle la vuelta a la adversidad. Agregaría que representan a una nación y que la mejor forma de que los hinchas se sientan orgullosos es dejando en la cancha todo lo que se tiene, y un poquito más.

Si yo fuera Gareca, ensayaría situaciones hipotéticas que pueden ocurrir en los partidos. No olvidaría que las últimas dos veces que enfrentamos a Sampaoli nos quedamos con un jugador menos. Subrayaría que una cosa es intensidad y otra violencia. Les recordaría también que el fútbol es un juego y como tal hay que disfrutarlo. Que el orden táctico es imperativo pero que la felicidad nace de crear cosas nuevas atreviéndose.

Si yo fuera Gareca, le recordaría al grupo que ya desafió la historia. Que ya ganó en Paraguay y también en Ecuador contradiciendo los pronósticos. Que han alegrado el corazón de la patria y que de aquí en adelante, con Mundial o no, el Perú les está agradecidos.

Si yo fuera Gareca, haría lo mismo que hace él.

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