REDACCIÓN DEPORTE TOTAL @DTElComercio
Quienes lo conocen aseguran que Manuel Burga suele estar pendiente de todo lo que se publica sobre él. Si es cierto, entonces seguramente recordará con añoranza los tiempos en que los medios los consideraban un dirigente joven y prometedor. "Aire fresco que en los últimos tiempos llegó al fútbol", así se lo definió en las páginas de este Diario en 1993. Veintiún años y un sinnúmero de derrotas se han sucedido desde entonces. Encuestas realizadas por Apoyo Opinión y Mercado, en el año 2007, señalaban que el presidente de la FPF era más repudiado por los peruanos que el Poder Judicial. Eso en nuestro país no es poca cosa. Y no se logra de la noche a la mañana.
Hacerlo responsable de todo es un absurdo, pero sí vale la pena señalar que su carrera como dirigente coincide casi exactamente con los años más negros del fútbol peruano. Sus primeras apariciones en el ámbito de FPF ocurrieron en los primeros años de la década del ochenta. Burga, nacido en 1957, no llegaba entonces a los 30 años, pero ya era representante de la Asociación Deportiva de Colegios Religiosos (Adecore) y empezaba a participar en la organización de torneos de menores.
Años después, en un entrevista concedida a El Comercio, se ufanaría de sus logros en el ámbito del deporte escolar. "Formalicé en 1980 una organización que venía trabajando desde 1963", declaró en esa ocasión. Por esos años, Burga también estudiaba Derecho en la Universidad Federico Villarreal. En 1985 se recibió de bachiller y dos años después obtuvo el título de abogado.
A partir de entonces su trayectoria profesional se bifurca en dos caminos. Por un lado, la dirigencia deportiva; por el otro, una carrera de abogado desarrollada básicamente en el sector público. En 1990, con 33 años, Manuel Burga Seoane era gerente de la Región Metropolitana de Fútbol, que agrupaba a los clubes profesionales de la capital. Por su lucha contra la falsificación de entradas y el 'carrousel' en los estadios, empezó a hacerse conocido. Luego trabajó en el Congreso, como asesor principal de Roberto Ramírez del Villar, entonces presidente de la Cámara de Diputados. Ese era su empleo el 27 de diciembre de 1991, cuando una resolución del Consejo Nacional del Deporte lo designa presidente de la Federación Peruana de Fútbol.
Fue un presidente sorpresivo y fugaz. Solo duró 35 días en el cargo. Asumió en enero y renunció en los primeros días de febrero, en protesta ante las intromisiones del ministro de Educación, Augusto Antonioli, en asuntos que consideró de exclusiva competencia de las autoridades deportivas. Aunque fue una presidencia muy corta, el tiempo alcanzó para que Burga experimentara su primer desastre competitivo: Viajó a Asunción con la selección Sub 23 que disputaba el torneo preolímpico y regresó a Lima con una victoria (ante Venezuela) y tres derrotas, incluida una goleada 7-1 ante el local en el último partido.
EL DELFÍN DE DELFINO
Pasada la turbulencia (el sucesor de Burga apenas duró cinco meses), el doctor Manuel Burga Seoane volvió a la FPF. En junio de 1992 Nicolás Delfino asumió la presidencia de la federación y Burga formó parte de su directorio como secretario. Tuvo gran participación en las selecciones de aquel tiempo, como nexo entre la comisión seleccionadora y el directorio de la FPF y forjó una buena amistad con Juan Carlos Oblitas, quien llegó a sugerir en una ocasión que Delfino debería dejar su cargo y permitir que Burga encabece las reformas que urgentemente necesitaba el fútbol peruano. Burga fue, también, uno de los impulsores más entusiastas del fútbol femenino. En 1996 presidió la comisión de la FPF a cargo de este tema.
En 1998 Delfino fue reelecto y Burga subió de categoría en el directorio, a vicepresidente. También siguió progresando como abogado. Entre 1999 y el 2000 fue asesor jurídico y secretario general en los ministerios de Transportes y de Industria. El 2001 formó parte del directorio de Serpost y luego fue incorporado al gabinete de asesores del Ministerio de Economía y Finanzas, donde, según se lee en su currículo, estuvo a cargo de "elaborar las normas legales que permitan la inversión".
En el 2002, el Fondo Nacional de Financiamiento de la Actividad Empresarial del Estado (Fonafe) designó a Manuel Burga miembro de la junta liquidadora de la compañía de seguros Popular y Porvenir y el 2004 se integró, como representante del MEF, al consejo directivo de la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (Sunass). Hasta el año 2007 se mantenía en ambos cargos. Según la página web del Fonafe, su sueldo como miembro de la junta liquidadora de Popular y Porvenir asciendía a 8.000 soles mensuales. En Sunass cobraba dieta: 1.500 soles por sesión, con un máximo de dos sesiones por mes.
Por su cargo en la FPF no cobra sueldo, pero sí se beneficia con frecuentes invitaciones al extranjero de parte de la FIFA y la Confederación Sudamericana de Fútbol, con todos los gastos pagados y generosos viáticos. Sin embargo, Carlos Chávez, presidente de la Federación Boliviana de Fútbol, reveló que cada presidente de federación recibe como pago mensual una jugosa cantidad. "Son 10 mil dólares. Aunque se tenga tres cargos o más se mantiene el monto", aseguró.
Un dato que pocos recuerdan es que Burga también tuvo ambiciones políticas. En 1995 integró la lista parlamentaria de Renovación, con el número 96. No tuvo suerte. La vena política es algo que lleva en la sangre, pues es sobrino nieto de Manuel 'El Cachorro' Seoane, uno de los fundadores del partido aprista.
AMIGO DE LA FIFA
El 2002 sucedió lo que estaba previsto. Nicolás Delfino no se presentó a una nueva reelección y cedió su lugar a Burga, con Francisco Lombardi como vicepresidente. Las elecciones fueron un mero formalismo: solo se presentó una lista. Alfredo Deza amagó con presentarse, pero al final no lo hizo. No hubo luna de miel para el flamante presidente. Como miembro de los directorios de Delfino, asumió todo el pasivo de una gestión muy vapuleada por las frustraciones deportivas. Lejos de mejorar, con Burga la cosa fue para peor. También ganó en las elecciones del 2006, y en el 2010 inició su tercer mandato.
En el ámbito institucional, el directorio de Burga puede sentirse orgulloso por haber organizado una Copa América (2004) y un Mundial Sub 17 (2005). En lo deportivo, sin embargo, todos han sido desastres. En el certamen sudamericano Perú no pudo pasar de cuartos de final y fracasó estrepitosamente en las eliminatorias para Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y Brasil 2014.
En estos años Burga también ha ganado protagonismo dentro de FIFA, lo que ha llevado a más de un personaje de su entorno a pensar que ambiciona un cargo más importante en el futuro. Conseguir para Perú la organización de un mundial de menores no es poca cosa. Además, fue parte del grupo de trabajo de política creado por la FIFA y actualmente es miembro del buró del 'Proyecto Goal', que tiene por objetivo difundir el fútbol en las regiones más deprimidas del planeta.
Que Burga es apreciado por la FIFA lo demuestra el interés que puso en el 2007 dicho organismo en el caso peruano, cuando una resolución del tribunal de honor del IPD que suspende a Burga como dirigente trajo nuevamente el fantasma de la intromisión política en los asuntos del fútbol. Inmediatamente llegó a nuestras tierras Jerome Champagne, brazo derecho de Joseph Blatter, para poner las cosas en orden y dejar claro que con la FPF no se mete nadie.
Quién sabe, a lo mejor el futuro de Manuel Francisco Burga Seoane está en la FIFA o en la Conmebol. Él mismo ha comentado en reuniones informales que esa idea le interesa. Si las encuestas son certeras, casi el 100% de los peruanos estará de acuerdo con que se vaya.