No tuvo los 158 capítulos de “Las mil y una noches”, tampoco un Onur ni mucho menos una Scherezade; sin embargo los 23 días marcados por el calendario parecieron interminables. Sus protagonistas fueron tres galanes maduros -Agustín, Juan Carlos y Juan Máximo- que entre idas, venidas e inesperados cambios de trama, hicieron de este culebrón una historia en la que no faltó drama, comedia, actos de desamor, traición y hasta un desesperado intento de venganza.
MIRA: “Sueño con el Mundial”: Jorge Fossati, su arribo a Lima y qué hará antes de regresar a Uruguay | CRÓNICA
Finalmente, Jorge Daniel -conocido también como el ‘Nono’-, consiguió el sueño que parecía escapársele en el epílogo de su carrera: pelear otra vez por esa damisela pretenciosa y esquiva, que le fuera birlada por un villano australiano hace 18 años. Aunque a cambio de la hermosa joven llamada Mundial, perdió otro amor más reciente, acaso tanto o más intenso: el que algún momento le profesó con devoción la hinchada de Universitario de Deportes.
No recuerdo una historia tan larga y repleta de cambios de tuerca como la que acaba de vivirse en la Videna. Conscientes de su condición de fusibles precarios, los entrenadores serios suelen resguardar sus intereses en contratos con candados a fin de no quedar descolocados ante una seguidilla de malos resultados o los vaivenes de los humores dirigenciales. Pero lo ocurrido con Juan Reynoso sobrepasa cualquier marca anterior. Más aún si, como señalan diversas versiones, hubo un intento final del propio DT por mantenerse en el cargo y una puja in extremis de Lozano para que se quedase. Misterios incomprensibles que la federación, y el propio Juan, deberían aclarar para desvanecer suspicacias .
¿Qué se espera de Fossati? En primer lugar, que genere confianza.Y no solo entre el hincha, cuyo desapego por la blanquirroja quedó sellado apenas se firmó el empate con Venezuela y que unas declaraciones disparatadas de Sergio Peña acaban de rubricar. Tendrá que desplegar toda su experiencia para que jugadores aburguesados y domados por la soberbia como el volante del Malmo recuperen la memoria futbolística y le bajen los decibeles a sus decires. Si consigue, de paso, que Advincula, Tapia y Guerrero sumen una pizca de autocrítica, habrá dado un gigantesco paso adelante. El fracaso no ha sido solo de Reynoso, sino también de quienes salieron a la cancha con la apatía atada a los párpados -hola, André- o con el desdén materializado en grasa abdominal -¿o no, Carlitos?-. Nadie borrará de nuestra memoria la felicidad inmensa que trajo Rusia 2018, pero la crítica ayuda a pisar tierra y devolver la humildad extraviada.
VIDEO RECOMENDADO
Se espera también que le dé al equipo un patrón de juego acorde a sus posibilidades e intereses. Que acabe con los experimentos y la selección recupere la esencia que la hacía reconocible (a ver si volvemos a meter tres pases seguidos y pateamos al arco otra vez). Hay tiempo para acomodarse a su inamovible 3-5-2 y jugadores con herramientas para hacerlo. Si lo consiguió en la U en apenas días, no hay razón para que no pueda encontrar respuestas en la selección.
¿Qué juega a favor de don Jorge? Su deseo irrefrenable por saldar una deuda particular: llegar a un Mundial. Sabe que probablemente será la última oportunidad que tenga para hacerlo y no ahorrará ningún recurso para conseguirlo. Es también un hombre carismático, con pinta de abuelo querendón, esa imagen que tanto gusta al futbolero peruano, por más que hoy la mitad del país lo mire de reojo por haber abandonado a la crema en el año de su centenario.
En el deporte de la pelotita, todos los sabemos, los resultados mandan y si consigue la proeza de resucitar a esta blanquirroja moribunda y meterla entre los clasificados a Norteamérica 2026, su lugar en el santoral futbolero estaría asegurado.
Seria un final de telenovela.