Hugo Perea

Hacia el cierre del presente año, la economía peruana consolida una fase de recuperación que le permitirá registrar un crecimiento superior al 3% en 2024. Para el próximo año, el consenso anticipa que el ritmo de expansión del PBI será algo menor, pero aun así Perú mantendrá en la región una posición de liderazgo en cuanto a dinamismo económico. No obstante, algunos factores externos podrían afectar negativamente el desempeño de la actividad en 2025.

En primer lugar, las medidas que implementará la nueva administración de Trump. En particular, existe preocupación internacional sobre las políticas proteccionistas que, eventualmente, traerá. Lo que el presidente electo ha ofrecido al respecto es elevar los aranceles para productos provenientes de diversas geografías, empezando por China, Canadá y México. El mayor proteccionismo acentuará a desaceleración del comercio mundial que hemos observado en los últimos años en el contexto de fragmentación global que ha trastornado las cadenas de valor globales. Resulta lamentable que se revierta el proceso de integración comercial y financiera mundial que se observó desde inicios de los noventa hasta mediados de la década pasada, ya que fue un factor dinamizador del crecimiento mundial que permitió una reducción sin precedentes de la pobreza extrema en economías emergentes.

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El impacto de la elevación de los aranceles, conjuntamente con otras iniciativas de Trump como una mayor laxitud fiscal y una política anti-migratoria más agresiva inducirán presiones de inflacionarias, con lo que las tasas de interés serán más altas que lo previsto hasta antes de las elecciones de noviembre en EE.UU. En este contexto, la FED ya deslizó menores recortes de su tasa de política monetaria para 2025 y de otro los rendimientos de los Bonos del Tesoro vienen incorporando las expectativas de una inflación más alta y de una prima por plazo más alta, posiblemente, por el debilitamiento fiscal que se anticipa.

Un segundo factor externo a monitorear son las tensiones geopolíticas, eventos disruptivos que pueden tener impactos desfavorables sobre las expectativas y los precios de los activos y de las materias primas. En el contexto de creciente aislacionismo de Estados Unidos que genera vacíos de poder y de recuperación del protagonismo económico y de influencia de China a nivel global, se generan fricciones más frecuentes en los frentes comercial, tecnológico y militar, que han distorsionado las cadenas de valor globales y los flujos de inversión. En este entorno, los países han respondido privilegiando la resiliencia frente a la eficiencia. La intensificación de estos episodios puede inducir a escenarios de gran inestabilidad financiera e interrumpir el normal abastecimiento de insumos críticos para la producción mundial.

Bajo este este escenario externo más retador, los impactos sobre los mercados emergentes serán condiciones financieras internacionales menos favorables, mayor incertidumbre, presiones a la baja sobre las monedas y, a mediano plazo, un menor crecimiento. Sin embargo, habrá heterogeneidad en los impactos sobre estas economías. En el caso peruano, nuevamente se debe resaltar que la solidez de los fundamentos macroeconómicos, en particular de las cuentas externas (hoy Perú exhibe superávit externo y tiene una holgada disponibilidad de liquidez externa), le permitirá enfrentar en mejor posición las nubes que se avecinan desde el exterior.

Hugo Perea es economista jefe del BBVA Research.

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