Vivimos en una sociedad que practica el culto por la belleza. Por sentirse y verse bien, las decisiones de los peruanos van desde adquirir productos considerados ‘saludables’, hasta ponerse en manos de especialistas para mejorar su imagen. Es por ello que desde hace algunos años vivimos un ‘boom’ de cirugías estéticas y tratamientos no invasivos en el país. El crecimiento del mercado ha puesto al descubierto nuevos perfiles de pacientes.
Así, hasta hace cuatro años, el grueso de mujeres que se sometían a una operación bordeaba los 40 años, la clase alta era la que accedía a las cirugías estéticas más caras y el ticket en rinoplastías (uno de los procedimientos más requeridos en el mercado) podía costar hasta US$1.500. Hoy la fotografía ha cambiado.
El cirujano Otto Cedrón comenta que cada vez más mujeres jóvenes ingresan a este mundo de procedimiento quirúrgicos. Ya desde los 15 años se puede ver a adolescentes recurriendo a rinoplastías que pueden costar hasta US$2.500. Según el especialista, el grueso de pacientes que atiende en su clínica tienen entre 20 a 30 años.
“Con el mayor poder adquisitivo de los padres, los adolescentes comienzan a operarse. La gran mayoría lo hace para aumentar su autoestima, ya que son víctimas de ‘bullying’”, remarca.
Y esta mejora económica ha hecho –también– que las cirugías se democraticen. El cirujano César Morillas explica que, en su caso, la distancia entre pacientes del NSE A versus los del B y C es cada vez más corta (55% frente a 45%).
Los emprendedores –comenta– son los que toman las decisiones más rápido y pueden gastar en promedio US$5.000. Vale decir que el ticket que se maneja actualmente en el mercado está en los US$4.100 en promedio.
En esa misma línea, Cedrón agrega que hoy alrededor del 70% de sus pacientes proviene de los distritos de Lima norte. Provincias –sobre todo las del sur– también representan un público atractivo para ambos cirujanos, ya que –ante la falta de oferta en sus ciudades– los pacientes deciden venir a la capital para operarse.
Pero este incremento de la demanda está haciendo que la informalidad crezca y se vean a profesionales de otras áreas realizando este tipo de procedimientos. Arnaldo Aguirre, gerente de consultoría en Arellano Márketing, menciona que por estas malas praxis es que muchas personas optan por realizarse tratamientos no invasivos.
Hasta el 2012 se calculaba que alrededor de 750 centros en nuestro país funcionaban al margen de la ley, según la Sociedad Peruana de Cirugía Plástica.
Los costos (que pueden estar entre los S/5 mil a S/6 mil al año) unidos a los buenos resultados también motivan a que más personas se inclinen por los tratamientos no invasivos.
En su caso, la demanda entre hombres y mujeres es equitativa, a diferencia de las cirugías estéticas, donde priman las últimas. No obstante, las pacientes que se inclinan por los tratamientos no invasivos los solicitan a partir de los 24 años, mientras ellos lo hacen desde los 35 años.
Este tipo de tratamientos se han masificado estos años a una mayor velocidad que las cirugías, dado que requieren de menor infraestructura. Hoy encontramos cadenas especializadas con varios locales por toda la ciudad (hasta en centros comerciales) y nuevos negocios –como las peluquerías– ofreciendo algunos de estos servicios.
Servicio integrado
Si bien existe la demanda tanto por tratamientos invasivos como por los no invasivos, ¿por dónde debería venir el mayor crecimiento para los próximos años? Para el past president de la Sociedad Peruana de Cirugía Plástica, Jorge Bisbal, los pacientes investigan cada vez más y son más críticos al momento de tomar estas decisiones. Ya el precio no es lo importante.
Desde el lado del negocio, Aguirre considera que el futuro contempla clínicas que brinden una oferta integral. Cedrón es uno de los que dio este paso cuando, hace casi dos años, relanzó su Eko Spa en Surco con buenos resultados. Aunque todavía el grueso de su facturación lo hace su clínica de cirugía, uno de sus planes a futuro es descentralizar Eko a otros distritos de Lima como Miraflores.
Por su parte, Osores se asoció con su hermano, médico cirujano, para brindar una oferta en conjunto.
El dinamismo también podría venir por tener clínicas subespecializadas. La clínica Morillas, por ejemplo, tiene el centro Novocapilar dirigido por Angie Morillas, hija del reconocido cirujano.
“La primera generación es la que ha abierto el mercado y ha hecho que despegue. Ahora toca que esta segunda continúe este crecimiento con la especialización”, remarca Aguirre.
Pero quizá uno de los caminos más interesantes por desarrollar es la consolidación del Perú como un ‘hub’ en la región. Hoy en día, somos el tercer jugador detrás de Brasil y Colombia.
Los cirujanos consultados señalaron que una parte importante de su demanda (aproximadamente el 40%) proviene de pacientes que viven en el exterior, ya sean peruanos residentes en el extranjero o nativos.
Aunque la calidad del trabajo de estos especialistas no tiene nada que envidiarle a los brasileños o colombianos, Cedrón menciona que la falta de políticas que fomenten el turismo de salud dificultan un mejor posicionamiento en la escena regional. Esta, por ejemplo, es una ventaja del país cafetalero, cuyas clínicas tienen paquetes de cirugías con precios que están exonerados de impuestos.
Si consideramos solo a los peruanos residentes en el extranjero, estaríamos hablando – según Morillas– de un potencial de US$150 millones, al cual no estamos llegando por estos vacíos.
Mientras que no existan políticas adecuadas desde el Estado, dice Aguirre, los especialistas tendrán que seguir atrayendo por su cuenta esta demanda, empezando por los países limítrofes.
Pese a estas dificultades, todos coinciden que los buenos vientos seguirán llegando y que el atractivo y la belleza de estos mercados no serán efímeros.