De Robotina pasamos a R2D2 y llegamos a Iron Man y las industrias Stark. Todos esos robots imaginados son amigos del hombre, lo ayudan y complementan.
También nos hemos encontrado a los modelos malvados, desde Bender hasta Ash, que estorban o, peor aún, quieren adueñarse del mundo. Amigos o enemigos, siempre han estado ahí en el mundo de la ficción, pero también forman parte de la realidad.
La industria ligada a la robótica no es todavía tan millonaria y poderosa como el legado del papá de Iron Man, pero camina rumbo a ello. Robots existen de todo tipo hoy en día. Desde androides que conversan como humanos y tienen una piel muy semejante a la nuestra, hasta chefs, pintores, abogados, analistas financieros y redactores.
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Según reportes de IDC, esta industria ya está presente en nuestro continente, sobretodo en el ámbito industrial y crece en forma sostenida. Para el 2019 esperaban llegar a los US$1.266 millones, con un crecimiento del 21% respecto al año anterior. El 73% de robots de la región son industriales, el 27% de servicios y un 0,09% de consumo, como por ejemplo ese que barre y trapea la casa en forma autónoma.
La proyección es que América Latina mueva en el 2022 US$2.150 millones con una preponderancia del 72% para los robots industriales, en especial gracias a la demanda de Brasil y México de este tipo de implementos.
Los indicadores de IDC muestran que se está manteniendo el ritmo acelerado que se traía en toda la década. Saúl Chrem, co-founder & Executive VP de Xertica, comenta que, de acuerdo con la Federación Internacional de Robótica (IFR), en el 2017, había 42.041 robots industriales instalados en la región, de los cuales 27.010 estaban en México, 12.373 en Brasil, 2.238 en la Argentina y 48 en el Perú. El crecimiento, aclara, traía un ritmo de 26% promedio anual desde el 2012.
Francisco Cuellar, director de Maestría en Control y Automatización de la PUCP, explica que en dichos países hay gran demanda porque tienen una fuerte industria manufacturera y muchos años invirtiendo en tecnología para ser más eficientes. En Perú estamos avanzando de a pocos y ya se usan brazos robots en la industria de alimentos, la metal-mecánica, vidrieras y logística.
“Yo creo que a nivel nacional, ya hay un nivel de madurez para adaptar ese tipo de tecnología. Lo que sí hace falta son más integradores, hay muy pocos en el Perú, y esos pocos que hay no llenan las expectativas de las empresas”, comenta Cuellar.
Quizás sea muy pronto para pensar que esos robots estilo androide circulen por las calles latinas, o estén monitoreando pacientes en los hospitales públicos, como sucede en medio de la crisis del coronavirus en Europa, pero van ganando terreno y están cada vez más cerca.
“La transformación digital moverá más de US$1.970 millones el 2022, según IDC. Y las empresas más desarrolladas en términos de transformación digital serán las que mejor respondan ante la crisis generada por la pandemia de coronavirus”, Saúl Chrem, co-founder & Executive VP de Xertica.
LOS ORÍGENES
La robótica está hoy muy desarrollada y es cada vez más cotidiana en el día a día del oriente, pero no es tan nueva como uno se podría imaginar. De hecho la idea de un equipo artificial realizando actividades de forma autónoma existió desde antes de Cristo, al menos en teoría o como parte de la mitología griega, como por ejemplo cuando Hefeso crea mesas utilitarias de tres patas para moverse.
En diversos portales web se pueden encontrar referencias ancentrales de los precursos de la robótica. El matemático Arquitas (s siglo IV a.c.) construyó un ave mecánica que funcionaba al vapor y era conocida como “La Paloma”.
Varios siglos después sería el reconocido Leonardo da Vinci (1452–1519), quien en sus cuadernos dibujó por primera vez de forma detallada un caballero mecánico con armadura que podía sentarse, agitar los brazos y mover su cabeza.
Más allá de menciones al hombre de hojalata en el libro “El Maravilloso Mago de Oz” (1900) y la variedad de inventos de maquinas autónomas por parte de musulmanes y japoneses a lo largo de la Edad Moderna, el nacimiento oficial de la robótica industrial, según Wikipedia, está en manos del estadounidense Jorge Devol (1912-2011) quien junto a Joseph Engelberger fundó Unimation, la primera empresa de robótica.
Francisco Cuellar (PUCP) precisa que fue en 1954 cuando Devol presentó una patente para lo que sería un brazo robot y lo llamó “un articulador para hacer transferencia”. Como Unimation, aclara, recién empiezan a vender sus productos y tuvieron como su primer cliente a la General Motors, que lo usaba para inyectar plástico.
La industria automotriz fue desde la década de los setenta una de las más intensivas en el uso de tecnología autónoma, pero estaban lejos de los niveles de automatización que rigen hoy en día.
Un avance importante se dio en la década de los noventa, cuando se monta un robot autónomo que activa una barrera para las tormentas en los Países Bajos. Y el siguiente gran salto llega en la siguiente década, cuando Honda y Sony arrancan a vender robots humanoides como acompañantes o mascotas (un perro robótico).
En los últimos diez años, refiere Cuellar, se ha visto un despertar de la industria logística a nivel mundial en el uso de la robótica, manejando almacenes y mercadería al aire libre, y se trabaja cada vez más con programas experimentales de vehículos autónomos haciendo delivery, sin contar con el uso de drones ya bastante usual en Estados Unidos.
En nuestro país ha entrado con fuerza otro tipo de robot, el boot para los chats, refiere Saúl Chrem (Xertica). Son programas informáticos con los que es posible mantener una conversación y son muy utilizados en el mundo corporativo, pues están disponibles en todo momento para la atención al cliente, detalla.
ALIADOS ANTE EL CORONAVIRUS
Durante la pandemia, con las restricciones de movilidad los chatbots han cobrado protagonismo y son empleados por la mayoría de supermercados y comercios. Pero no son los únicos que han ganado terreno en esta crisis global como aliados de la medicina.
Más allá del uso de la robótica como asistente en las operaciones, hoy son elementos de apoyo en los hospitales europeos colapsados. En Italia se instalaron seis robots del tamaño de un niño que se dejan junto a la cama del paciente monitoreando equipos médicos para que los doctores puedan atender a otras personas más graves, comenta Saúl Chrem (Xertica).
Estos robots incluyen una pantalla táctil en donde los pacientes graben mensajes y los envían a los médicos, quienes tienen además el reporte de los equipos conectados.
Pero eso no es todo. Hay drones para trasladar muestras médicas y realizar imágenes térmicas y brazaletes que alertan si vas a tocar con la mano sin purificar el rostro. Y en las calles de China identifican al que va sin mascarilla o tiene fiebre.
También está el robot danés se mueve de forma autónoma por las habitaciones de los pacientes y los quirófanos, cubriendo las superficies críticas con luz UV-C para matar virus y bacterias con un 9,9% de precisión en 10 minutos.
Francisco Cuellar comenta que la coyuntura del Covid-19, se va a poner muy intenso el uso de estos robots purificadores que permiten el contacto remoto, evitando contagios. Y de hecho, las empresas dedicadas a producir este tipo de robots, como Blue Ocean Robotics, están teniendo un importante alza en la demanda, que ya traían un 400% de crecimiento en los últimos dos años.
En nuestro país no es posible implementar todo este tipo de robots por un tema de presupuesto, pero iniciativas existen. Cuellar indica que en las últimas 600 propuestas que se presentaron a Concytep, unas 10 o 15 eran de robótica, formuladas por el lado académico. A fin de año, cuando se haga la alianza con la industria y la cadena de comercialización, se verán iniciativas locales sustanciales. Quizas aun no seamos un país muy robotizado, pero ese es el sendero del presente, no del futuro.
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