¿Es lo más lindo de la vida? En nuestro proceso de eliminatorias los hinchas confiamos en dar el mejor partido. Las proyecciones económicas nos vuelven a sorprender, para recordarnos que, como en el fútbol, de todo tipo de situaciones ajustadas hemos salido.
En el partido que juega la economía del país actualmente, el contrincante es conocido, pero no por eso más predecible. Aún nos encontramos esperando las últimas noticias del Imarpe para conocer la magnitud del Niño Costero que siempre termina golpeándonos. Hace tan solo una semana escribí en este espacio que, previendo las consecuencias de este fenómeno, no deberíamos contemplar una crisis en los próximos meses. Hoy no solo me reafirmo, sino que a luz de las cifras publicadas por el Banco Central el último viernes, es evidente que la suerte del 2023 está echada.
“No siempre se puede ganar, pero en la función pública, existe el deber de jugar el mejor partido posible”
El crecimiento para el país este año sería de 0,9%. La proyección del emisor mostró una reducción frente al 2,2% anterior. ¿Por qué el retroceso? El impacto de El Niño costero y la menor confianza. Además, la inversión privada tampoco se libró de un ajuste a la baja. Esta pasó de -2,5% a -5,3% para el cierre de este año.
Las cifras del Banco Central coincidieron con la publicación del avance del PBI para julio. El sétimo mes del año retrocedió, cayendo 1,29%. Esto, a pesar de que el MEF dijo hace muy poco que julio revelaría una recuperación importante. Incluso, indicó que julio traería la tasa de crecimiento más alta en lo que va del año.
El mismo viernes, poco después de la conferencia del BCR, el MEF –en una acción que se sintió reactiva– no demoró en anunciar vía Twitter que hoy brindará detalles y avances de nuevas medidas para garantizar la pronta recuperación de la economía, y aunque eso es válido y parte del trabajo de esta cartera, es importante no pecar de optimistas con la ciudadanía en un año en el que aún existe mucha incertidumbre sobre un factor incontrolable como es el clima. Para salvaguardar la credibilidad de la ciudadanía respecto a algo tan sensible como la situación económica, más vale ir con soluciones en una mano y la realidad en la otra. No siempre se puede ganar, pero en la función pública, existe el deber de jugar el mejor partido posible.