Christian Silva

Uno de puntos que tienen los bancos presentes es apoyar, a través de financiamiento verde, la transformación sostenible de las empresa más contaminantes o con mayor complejidad para estos temas, señala Mariuz Calvet, Chief Sustainability Officer (CSO) de Santander México, a Día 1 en el marco del “ASG y el futuro de la sostenibilidad”. Agrega que el objetivo en Santander, al igual que en otros bancos, es llegar a tener el 8% de la cartera con financiamiento verde. Actualmente van en un 5%.

¿Qué desafíos y obstáculos se observan cuando hablamos de temas ambientales, sociales y gobernanza (ASG)? ¿Qué suelen observar los inversionistas en este tema?

Los actores del sector financiero tratamos de tener estrategias para movilizar el capital hacia actividades sostenibles. No solo inversionistas, también bancos, fondos de pensiones y los reguladores del sector financiero, porque tenemos la capacidad de tener productos e instrumentos que movilicen el dinero a lo sostenible.

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Son muchos los retos que tenemos. Primero, tener taxonomías, que son guías, catálogos o listados de actividades consideradas sostenibles, basadas en ciencia, datos técnicos, si contribuye o no a temas sostenibles que pueden ser energía de agua, de residuos y de muchos otros temas ambientales, pero también sociales. Si no tenemos ese catálogo, la movilización de capital podría ser muy subjetiva.

Segundo, si no tenemos los datos que generan los proyectos sostenibles o a las empresas a las que prestamos o invertimos. Sin esos datos podemos medir si esto es o no sostenible. La falta de datos es un gran problema en toda América Latina, la falta de generación de datos creíbles, trazables, auditables, de contribución a las actividades sostenibles.

Y por otro lado, tenemos que generar instrumentos financieros accesibles no solo para las empresas grandes, tenemos que subirlo a todas las economías de América Latina, a las empresas medianas y chicas. Entonces, los bancos tenemos que empezar a ver cómo jalar la mayor parte de la economía, que son las empresas medianas y chicas.

En México hay más de 40 bancos que están comprometidos con el financiamiento verde. ¿Cómo es esa situación y cómo se puede llevar eso a otros países?

En México desde el 2016 lanzamos un protocolo de sustentabilidad de la banca. Tenemos 42 bancos que firmamos el protocolo, que tiene puntos de cumplimiento. Uno de ellos es la generación y creación de productos financieros sostenibles, que nos permitan mover el capital hacia actividades sostenibles. En la Asociación de Bancos de México lo vamos monitoreando, a ver qué bancos van generando esos productos y cuáles todavía están atrasados y se tienen que ir subiendo.

Creemos, no solo para México, que en las economías de América Latina tenemos que empezar a poner el piso parejo en las instituciones financieras con los temas básicos de sostenibilidad. No solo en los bancos grandes o los que tienen casas matrices en Europa y otros mercados más avanzados, sino que todos, en el caso de los bancos en América Latina, empecemos a tener estructuras de riesgos sostenibles y climáticos, y taxonomías para movilizar el capital [tener] productos financieros y hablar con nuestros clientes para que generen estos datos. Entonces, ese es el gran reto.

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¿El trazado de información suele ser un aspecto difícil en la región?

Lo que hay que hacer es ver, más allá del compromiso formal, qué sería ‘greenwashing’ nada más, sacar compromisos y no transformar el banco o los proyectos mismos. Estamos empujando a que la banca sea más sostenible y eso debería de pasar en el resto de América Latina y hay muchas asociaciones de bancos que están trabajando justo en esto.

¿Cómo ve la situación en Perú, qué se debe de tomar en cuenta? El Ministerio del Ambiente espera al 2030 que se alcance un financiamiento por US$5.800 millones en proyectos ambientales.

En Perú es una gran noticia. Para empezar, la existencia del evento del Programa de Inversión Responsable que centralice a los actores que tienen que trabajar en este sentido, que ponga en la mesa a las instituciones financieras, a las empresas, al gobierno y quizás hasta la sociedad civil que abone y participe a todo este movimiento.

Ahora, lo que tiene que pasar es que cada uno tiene que hacer su parte. Las empresas tienen que generar los proyectos y datos sostenibles; las instituciones financieras, los productos y los instrumentos atractivos y a veces hasta creativos para movilizar el capital; y el gobierno, también proveer de incentivos, de acompañamiento para que esta estrategia de movilización de financiamiento y estas metas sean creíbles y reales. Es muy posible si se trabaja en un camino alineado y con todos los actores juntos.

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¿Se pueden tomar como referencia ejemplos de Estados Unidos y Europa o nuestra región tiene el obstáculo de la informalidad?

Un gran problema de las economías latinoamericanas es un porcentaje grande de empresas en la informalidad. No solo es difícil pasarlas al sistema tributario, paguen impuestos y subirlas a la formalidad, además [es] que generen todas las métricas de su desempeño y su impacto ASG.

Mientras eso no suceda, habrá una parte de las economías que van a estar fuera de esta transición a los modelos de negocio más sostenibles. La informalidad es un reto bastante parejo para las economías latinoamericanas. Una buena práctica es que estamos en tiempos de extremado énfasis en la capacitación. Tenemos que capacitar a las empresas, acompañarlas.

Todas las industrias tienen temas particulares, materiales y relevantes de sostenibilidad. Hay que educar a todas estas empresas sobre esos temas materiales y relevantes, porque no todas las empresas tienen que hacer todo en sustentabilidad. Hay que encontrar sus temas, enfocarse en esos, ponerse metas y hacer un plan para trabajar eso.

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¿El financiamiento verde se queda en las empresas o cómo puede llegar a startups? ¿Qué rol tienen los bancos ahí?

Los retos a los que nos enfrentamos, si hablamos específicamente de cambio climático, todavía son desconocidos. Estamos empezando a conocer los riesgos físicos y de transición, pero todavía es desconocido cuáles son las potenciales tecnologías y soluciones para mitigar los efectos del cambio climático y adaptarnos a ellos. Existen tecnologías muy probadas, renovables, todos entendemos a los paneles solares y muchos otros tipos de energía limpia y otras renovables, pero el rol de los emprendedores y de las ‘startups’ es esencial para cerrar a esa brecha a la que no llegaremos si nos enfocamos únicamente en lo que hoy tenemos.

Tienen que haber nuevas tecnologías y en el caso de todos los actores de la economía, particularmente de los bancos, podemos empezar a apoyar esa tecnología. ¿Cómo? Se les apoya con capital semilla, haciendo premios, retos, etc., como acabamos de hacer en Santander, haciendo aceleradoras de negocio. Ellos saben si contribuye o no a la sostenibilidad en temas de energía, agua, plásticos y residuos, pero tenemos que enseñar que sea un negocio sostenible que crezca, sobreviva y escale.

Y en el lugar de los bancos, la idea es presentarlos a nuestros clientes grandes, quienes son los que pueden adquirir estas soluciones e integrarlas a su negocio para escalar las estrategias de combate del cambio climático. Si como banco somos el puente de conectar a las ‘startups’ con los clientes grandes, ya estamos haciendo un rol relevante en el combate contra el cambio climático.

Es decir, no solo se les da un financiamiento, también tienen un rol de intermediador

Hacer ese networking de quién les va a comprar esas soluciones.

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En el caso de Santander, ¿qué sectores ven que tiene una mayor demanda de financiamiento para temas de sostenibilidad?

Vemos que hay una cartera especial y aplica para América Latina, que es la agricultura. Es la más afectada en temas de impactos de cambio climático, de sequías, inundaciones y cambios de temperatura. Además, tiene todo el contenido social, tiene los temas de mujeres, de microempresas y en estos países de comunidades indígenas.

En el agro estamos viendo muchas operaciones etiquetadas como verdes o sociales para nuestros clientes, por la alta vulnerabilidad de ese sector a los impactos del cambio climático y por la gran cantidad de oportunidades en temas de agua, de riego y de productos orgánicos sostenibles. Son infinitas las posibilidades que nos da.

¿Qué metas tienen en financiamiento verde en Santander?

Santander y no solo nosotros, sino en general la banca que tenemos este tipo de estrategias, tenemos metas de ser cero emisiones netas al 2050. No hay un monto numérico como tal, pero lo que tenemos que generar de aquí al 2025 es un porcentaje de la cartera. Algunos bancos vamos al 5% de toda nuestra cartera empresarial y corporativa, que ya está etiquetada como sostenible. Estamos avanzando al 8%, pero queremos llegar a un porcentaje mucho más relevante e impactante del portafolio etiquetado como verde o sostenible.

Entrenamos a nuestros ejecutivos a hablar con los clientes, empezamos a generar productos atractivos para los clientes. Los procesos de etiquetar una operación no son tan cansados o tan tediosos, porque un financiamiento que no es verde, un préstamo normal, tiene mucha menos documentación que un crédito verde, en donde el cliente te tiene que dar la actividad está haciendo, cómo contribuye al desarrollo sostenible y qué metas tiene. Entonces la documentación es mayor. Conforme hagamos que esto no sea tedioso y lento para el cliente, se va a incrementar el porcentaje del portafolio, así vamos avanzando.

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¿Cómo se evita caer en ‘greenwashing’ en el otorgamiento de estos créditos?

Los bancos estamos en un momento de involucramiento. En inglés es ‘engagement’, quiere decir hablar con los clientes y decirles que empezará dentro de no mucho tiempo que no le vamos a prestar si vemos que no tienes reportes y si tus reportes están vacíos, no tienen datos realmente de calidad, no tienes metas, planes creíbles o estás haciendo ‘greenwashing’. Va a llegar un momento en que vamos a marcar una línea y no vamos vamos a prestar [dinero].

¿Por qué hacemos primero el involucramiento? Por que lo que queremos los bancos es estar ahí para financiar la transición de las empresas más contaminantes y más difíciles de transformar. Si hoy nos volteamos y les damos la espalda, el financiamiento para hacer su negocio de manera contaminante y sucia lo van a conseguir en otro lugar. Mejor ser nosotros quienes hablan con ellos y quedarnos para financiar la transición de los sectores más complicados.

¿Cómo han contribuido los mercados bursátiles o los fondos de inversión en los temas de sostenibilidad?

Las bolsas de valores han tenido un rol importante en el mundo de las finanzas sustentables. Las empresas que cotizan en las bolsas de valores tienen una obligación de reportar y entregar más datos que una empresa privada que no participa en los mercados. De entrada, ya [está] la exigencia de reportar ciertos datos, los de gobierno corporativo desde hace muchos años y ahora cada vez más los ASG. [Eso] genera a que una empresa que quiere participar en los mercados y ser pública tiene que generar esos datos. Ahí el rol de la bolsa ya es transformador.

Segundo, la creación de los índices es muy interesante, con la existencia, por ejemplo, de programas como ‘Principles for Responsible Investment’ (PRI). Es un programa de inversionistas responsables que nace de las Naciones Unidas en el 2006 y hoy tiene más de cinco mil inversionistas con trillones de dólares de activos que están etiquetados para invertirse responsablemente. Las bolsas de valores han hecho evidente que las empresas con un buen rating de ASG y que participan en estos índices son más atractivas para llamar la atención de este capital que quiere invertirse responsablemente.

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