Parece una vida pero en realidad son tres meses los que han pasado desde que se decretó el estado de emergencia en el Perú. En apariencia es poco tiempo —si uno toma como referencia las escalas de la macroeconomía— pero lo cierto es que puede ser una eternidad, si uno se gana el sustento cada 24 horas, como le pasa a Álvaro del Águila, un guía de turismo cusqueño que ahora espera el retorno de los viajeros al Ombligo del mundo, mientras hace trabajos en vidrio para mantener a su familia.
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Así de tensa es la jornada diaria de quienes conforman la gran base de la pirámide en la industria del turismo en nuestro país. Como Álvaro, son 1,4 millones los trabajadores vinculados a este sector cuya estabilidad económica está en riesgo, según el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur). En el Cusco, nos cuenta Del Águila, un guía puede ganar —o podía ganar, para ser exactos— entre US$15 y US$50 por cada tour que lideraba. Eso ya es historia. Hoy, los soldados de esta industria hacen lo que pueden para subsistir, desde trabajar en vidrio, como él, o enseñar idiomas, producir textiles y hasta mascarillas con diseño, tal como refiere el presidente ejecutivo del Centro de Investigación, Desarrollo e Innovación en Turismo (Cidtur), Fernando Puente.
A nivel macro, no es poca cosa lo que genera esta actividad en el Perú. Cada año, deja en promedio ingresos por US$12 mil millones, gracias al mercado receptivo (conformado por los viajeros que vienen del extranjero) y el interno (que agrupa a quienes residen en el país y viajan dentro de nuestras fronteras). “Por eso, sólo en el segundo trimestre, nuestro sector ha perdido US$2 mil millones y 400 mil puestos de trabajo (formales)”, explica Carlos Canales, presidente de la Cámara Nacional de Turismo (Canatur). “Otros 200 mil puestos podrían perderse acorto plazo”, añade, si es que no se toman medidas urgentes.
En teoría, la tan ansiada reactivación de esta industria debe darse en julio, junto a la reactivación del transporte de pasajeros por vías aérea y terrestre. Pero en Canatur no confían del todo en que el Gobierno cumpla con ese cronograma, puesto que hay algunas contradicciones entre el Mincetur y el Ministerio de Defensa, sobre si debe hacerse en julio o después, por ejemplo. Por ello, desde el gremio están impulsando algunas medidas, como la declaratoria de emergencia del sector y una ley de desarrollo productivo del turismo, es decir, un marco que permitiría que se reactive la industria en julio, bajo la gestión de las llamadas ‘burbujas turísticas’, o sea, de una forma acotada y paulatina en determinados distritos y regiones poco o nada afectados por el coronavirus.
YA NO HAY TIEMPO
El problema para este rubro es que ya no puede esperar más, señala Canales. Incluso si se retomara la actividad el mes que viene, son tantas las restricciones —miedo a viajar, pocos destinos disponibles, entre otras— que en el mejor de los casos los empresarios (y sus trabajadores) obtendrían poco más que el 30% de lo que lograron el año pasado. Ese cálculo lo ratifica la Organización Mundial de Turismo (OMT), que señala que esta actividad sufrirá una contracción de 70% a nivel global, y que para recuperarse del todo necesitará entre 3 y 5 años.
Es evidente que, frente a ese escenario, diversos jugadores de esta industria hayan optado por reconvertir sus negocios, con la idea de mitigar el impacto económico de la inactividad. Los ejemplos más claros los hemos visto con las cadenas hoteleras —Casa Andina, Accor, Hilton, Tierra Viva, Intursa y demás— que han reformulado su oferta para reconvertir sus infraestructuras en espacios para la renta de departamentos u oficinas, tanto en Lima como en provincias.
Una cosa equivalente está pasando en el mercado de las aerolíneas, que, por ejemplo en el caso de Viva Air Perú, han mantenido algo de sus operaciones con vuelos humanitarios, primero, y luego corporativos para mineras como Las Bambas.
INNOVACIÓN SOSTENIBLE
En este marco, es vital que las empresas de turismo apuesten por la digitalización e innovación en sus procesos y servicios. “Y que no sea un saludo a la bandera, pues algunas presentan como innovación el hecho de comprar implementos para combatir el COVID-19, y eso más bien es chicha”, acota Fernando Puente. Toca tomarlo como un reto de subsistencia.
Por ese camino, una alternativa útil podría ser emplear a los guías de turismo como asesores del programa Turismo Emprende (del Mincetur), para la capacitación de las empresas del rubro, añade el vocero de Cidtur. Es sólo una de varias alternativas.
La idea es ganarle al tiempo, mientras esperan que el Gobierno ponga fecha para reinicio de actividades. “Necesitamos esa certidumbre para lanzar nuestro programa Turismo para Todos, que buscará incentivar los viajes desde Fiestas Patrias", anota Carlos Canales. El reloj no para.
LA CIFRA
84% de informalidad tiene el sector en el Perú. Este no sólo es un problema por la competencia desleal en la industria, sino que evita que los programas del Estado lleguen a los empresarios.
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