1 / 9 Este año, 30 empresarios peruanos fueron reconocidos como Líderes Empresariales del Cambio (LEC) por su trayectoria y su trabajo desde el sector privado en el país.
2 / 9 Con mucha emoción, Dora Rodríguez, fundadora de Helatonys, recibe el Premio Especial a la Lucha contra la Adversidad.
3 / 9 El cusqueño Teodoro Ortiz, fundador de Incasur, alza su reconocimiento por la categoría Empresa Grande en Crecimiento. A su derecha, Mariana Costa, cofundadora de Laboratoria, sostiene el Premio Especial para el Emprendimiento Social otorgado por el jurado.
4 / 9 Categoría Empresa Grande: Umberto Calderón (Agrovet Market Animal Health).
5 / 9 Categoría Empresario Joven: Raúl Alcalde (Scharff).
6 / 9 Categoría Empresa Mediana: Mercedes Auris (Vivero Los Viñedos).
7 / 9 Categoríá Empresa Corporativa: Enrique Mollá (Artesco.
8 / 9 Categoría Empresa Grande Consolidada: Marina Bustamante (Renzo Costa).
9 / 9 Ortiz también fue el gran ganador/EY Entrepreneur of the Year.
Los Líderes Empresariales del Cambio (LEC) del 2018 comparten, sin duda alguna, su carácter resiliente. Ello se evidencia en las historias de los 30 empresarios reconocidos por esta iniciativa de EY, El Comercio y Asbanc.
“Todos los empresarios acá presentes ya han dado enormes muestras en la historia de sus empresas de que su esfuerzo es a prueba no solo de incertidumbres, sino también de tiempos claramente malos”, destacó el director periodístico de este Diario, Fernando Berckemeyer, haciendo referencia no solo a la reciente crisis política, sino también a las vivencias de algunos de los premiados en los tiempos de Velasco, el terrorismo y la hiperinflación.
RECONOCIMIENTO
En la ceremonia se conoció a los ganadores de seis categorías y se entregaron dos reconocimientos especiales. El gran ganador fue Teodoro Ortiz, fundador de Incasur (empresa dueña de marcas como Sol del Cusco y Kiwigen), quien nos representa en el premio EY World Entrepreneur of the Year.
“Tenemos que enseñar a las nuevas generaciones a ser fuertes, honestos, honrados y trabajadores”, remarcó Ortiz, entre lágrimas, en un discurso de agradecimiento en el que combinó el quechua con el castellano.
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