El Gobierno de Bolivia inauguró este martes la primera planta productora de biodiésel en el país con la que se busca dejar de depender de la importación de combustibles que en 2023 demandó unos 3.000 millones de dólares.
La planta fue construida en los predios de la refinería Guillermo Elder Bell, en la ciudad oriental de Santa Cruz, la más poblada y el motor económico del país, con una inversión de 379 millones de bolivianos (unos 54,4 millones de dólares).
El acto de inauguración fue liderado por el presidente del país, Luis Arce, junto al ministro de Hidrocarburos y Energías, Franklin Molina, y el presidente de la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), Armin Dorgathen.
El mandatario aseguró en su discurso que “es un día histórico para el país” porque ingresó “a la era de la industrialización de los biocombustibles” y defendió que es “el único camino” para que Bolivia deje de depender de la importación de carburantes.
Según Arce, “lo más fácil” habría sido subir el precio interno del diésel y la gasolina, que actualmente se venden con costes subvencionados, pero aseguró que su Gobierno “siempre” cuidará “el bolsillo de los más humildes y los más pobres”, por lo que se optó por la producción de biocombustibles.
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También anunció que se otorgará créditos estatales con un 0,5 % de intereses para incentivar la producción agrícola que se destine exclusivamente como materia prima para los biocombustibles.
A su turno, el ministro Molina precisó que la planta tendrá una capacidad de producción de 1.500 barriles diarios.
Además explicó que el combustible se podrá elaborar tanto con aceites vegetales como con un “aditivo importante” y “ecológico” proveniente del reciclaje de aceites comestibles usados en hogares o restaurantes.
Según datos oficiales, la fábrica tiene 34 tanques con una capacidad total de 6,4 millones de litros para recepción y 3,1 millones de litros para despacho de combustible.
En la ciudad de El Alto, vecina de La Paz, se construye una planta similar que entrará en funcionamiento hacia fin de año, a la que se sumará otra instalación de aceites vegetales “hidrotratados” o HVO que se prevé poner en marcha en 2025.
Con la producción de las tres plantas, el Gobierno espera sustituir la importación de combustibles hasta un 48 %.
Bolivia registra actualmente una baja producción de líquidos en los campos petroleros y gasíferos, por lo que debe importar combustibles líquidos.
Para este año, se calcula un gasto de 24.666 millones de bolivianos (unos 3.543 millones de dólares) para la compra de gasolina y diésel.
Estos carburantes se venden en el mercado interno a precios subvencionados, un gasto que, por ejemplo, en 2023 superó los 1.800 millones de dólares.
Analistas y expertos han advertido que la actual escasez de dólares en la economía boliviana se debe en parte al gasto público que incluye esta subvención a los carburantes.
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