En los últimos 12 meses se han observado significativas fluctuaciones en los precios de las alternativas de inversión globales. Tres de las más representativas son el dólar, el petróleo y las acciones de mercados emergentes. Luego de meses de caídas (petróleo y acciones emergentes) y alzas (dólar), se han dado reversiones de gran magnitud.
El petróleo tuvo la fluctuación más notoria y dramática. Su precio entró en una tendencia a la baja desde junio del 2014, cuando cotizó en US$107,2 el barril, hasta febrero del 2016, cuando alcanzó su mínimo de US$26,2: una pérdida de 75%. Luego rebotó hasta alcanzar la semana pasada US$39,4, un retorno de 50% en seis semanas.
De manera similar, el índice de acciones MSCI Emergente perdió desde junio del 2014 hasta enero del 2016 un 37,4%, pero en las últimas 10 semanas ha rebotado 18,2%.
Por su parte, el índice del dólar spot contra las otras monedas del mundo tuvo un alza persistente desde junio del 2014 hasta enero del 2016 (25%), para luego caer un 5,6% hasta la semana antepasada (pero la semana pasada se recuperó 1,6%).
Los detonantes de este rebote, que ha generado un sentimiento de cierta tranquilidad en los mercados, están asociados con los recientes anuncios de los bancos centrales de Europa y EE.UU., así como data económica en EE.UU. y China que muestran cifras de crecimiento y reducen la probabilidad de escenarios pesimistas.
En la zona euro las masivas inyecciones de liquidez programadas en los siguientes meses, por encima de las expectativas de los inversionistas, han impulsado la demanda de acciones y bonos de manera significativa. Asimismo, la reciente declaración de la FED indicando que subirá las tasas de interés de referencia de manera más lenta que la anticipada ha consolidado un momentum de mayor ánimo y perspectivas positivas de los inversionistas, que en muchos casos han regresado hacia los activos más castigados: las materias primas y las acciones de países emergentes.
¿Son estas subidas de precios el tan esperado cambio de la tendencia o solo un fenómeno pasajero dentro de la tendencia de mediano y largo plazo? El factor clave por observar está en las tasas de crecimiento de las economías, en particular de China, EE.UU., Europa, y su impacto para frenar o revertir la desaceleración de las economías emergentes.
Las proyecciones hasta ahora han venido mostrando consistentes recortes de crecimiento. Habrá que ver si los anuncios de estímulos de los bancos centrales y el ánimo más positivo de los inversionistas logran traducirse en un mayor crecimiento esperado en los próximos dos trimestres.
Especial interés merece la economía china, pues su comportamiento esperado tendrá el mayor impacto positivo o negativo sobre nuestros países, tanto a través del tipo de cambio como de los precios de las materias primas. Y es, precisamente, en China donde los desequilibrios estructurales despiertan las mayores dudas. Caso contrario, podríamos entrar en un escenario más benigno que sentaría las bases para un nuevo ciclo de crecimiento de los mercados emergentes durante el 2017 y el 2018.