“¡Le he estado diciendo a Salvador que presente esta demanda y no ha pasado nada! Lo he mencionado 50 veces. Y no ha pasado nada. Quiero asegurarme de que se presente esa demanda. ¡Quiero que se bloquee esa fusión!”.
Así le dijo el presidente de la República a uno de sus colaboradores más cercanos buscando frenar la aprobación de una fusión entre un medio de comunicación –muy crítico al gobierno– y otra empresa. Para un gobierno que vive mirando la temperatura de la calle, no hay nada mas incómodo que un medio de comunicación.
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La fusión necesita ser aprobada por una dependencia del gobierno. Hay una ley que así lo manda. Al presidente le interesa poco el efecto de la operación sobre los consumidores. Solo quiere vengarse.
El diálogo anterior no podría haber sucedido en el Perú: aún no hay control de fusiones. De acuerdo con un reciente reporte (Jane Mayer, “The New Yorker”), el diálogo habría sucedido fuera. El presidente Trump habría ordenado a uno de sus colaboradores realizar las gestiones necesarias para bloquear la operación que involucraba la compra por AT&T de Time Warner, que incluía al canal de noticias CNN, muy crítico de su gobierno.
La acción para bloquear la fusión fue finalmente desechada luego de recibir luz verde por parte de un juez y la corte de apelaciones. Aquí el gobernante quiso usar el control de fusiones para vengarse, pero no pudo. Las instituciones se lo impidieron.
Casi en paralelo, en Europa sucedió algo similar. Esta vez, dos gobiernos –el alemán y el francés– querían que se aprobara la fusión entre Siemens (Alemania) y Alston (Francia). Una “superempresa” podría enfrentar mejor la competencia con empresas no europeas (chinas). No les importaba tanto el impacto en los consumidores. La autoridad a cargo sufrió la presión de los gobiernos. Pese a ello, decidió no aprobar la operación. Las instituciones evitaron la interferencia de los gobiernos.
El control de fusiones despierta el interés de los políticos por manipular sus resultados. Si no hay instituciones que lo eviten –como existió en los casos mencionados–, los políticos van a lograr su objetivo. La OCDE en un reciente reporte sobre el Perú ha dicho: “… un régimen de este tipo podría contribuir a un redoblamiento de las presiones políticas y económicas sobre el Indecopi. Es otra de las razones por las habría que adoptar medidas para aumentar la autonomía e independencia del Indecopi”.
Se discute en el Congreso la aprobación de una ley para controlar fusiones. El proyecto no incluye mecanismos para reforzar la independencia de Indecopi.
Si bien hemos tenido suerte en el pasado con el diseño de Indecopi, esta se nos puede acabar. Sin candados, el control puede convertirse en un arma para el chantaje.