No cabe duda de que el alza agresiva de tasas de interés por parte de bancos centrales constituye el principal riesgo para las inversiones durante este año. Al respecto, las autoridades monetarias han entrado en un terreno pantanoso en el que tratan de encontrar el difícil balance entre el control de una inflación mundial galopante y una desaceleración suavizada de sus economías. Esta situación viene luego de un período largo de políticas monetarias ultra expansivas que buscaban amortiguar los efectos nocivos de la crisis financiera del 2008 y, recientemente, del COVID-19. ¿Cómo ha afectado las alzas de tasas de interés a los mercados financieros y cuál es su perspectiva?
En primer lugar, la percepción de riesgo se ha incrementado sustancialmente tras varios años de “dinero fácil” en la economía (que alimentó la toma de riesgo y la apreciación de los distintos activos financieros a niveles récord). Así, el indicador VIX (que mide el riesgo de la bolsa americana) se ha incrementado en más de 90% en lo que va del año, mientras que el indicador MOVE (que mide la volatilidad de tasas de los bonos) aumentó en 30% en el año (tras ya haber aumentado 57% en el 2021).
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Un segundo punto para considerar se centra en que, debido a los incrementos en los costos de financiamiento y a la percepción de mayor riesgo, las rentabilidades han sido negativas, tanto para los inversionistas conservadores (con un mayor componente de renta fija) como para los más tolerantes al riesgo (con una mayor proporción de renta variable). Así, los índices globales de renta fija y variable pierden alrededor 12% en dólares en el año.
En este contexto, los productos de ‘money markets’ (desde depósitos a plazo hasta bonos de corto plazo) son los más demandados por los inversionistas dadas las tasas atractivas que ofrecen. En esta misma línea, en la encuesta de mayo de Bank of America a clientes, se mostraba una mayor preferencia internacional por cash (dadas las altas tasas) y activos vinculados a ‘commodities’ y energía (cuyos precios van en tándem con las presiones inflacionarias). De otro lado, los sectores más sub-ponderados en los portafolios fueron bonos y renta variable europea.
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Una tercera arista está relacionada a la progresiva fortaleza del dólar en la medida en que la Reserva Federal de EE. UU. vaya normalizando sus tasas de interés desde niveles históricamente bajos. De hecho, el indicador DXY (que mide el performance de esta moneda frente a una canasta de monedas de países desarrollados) avanza cerca de 10% en el año. Por otro lado, respecto de algunas monedas de países emergentes, el dólar más bien se ha depreciado debido al alza importante de los precios de los ‘commodities’ y de los altos rendimientos que ofrecen los activos denominados en dichas monedas. Así, en el año, el real brasileño se aprecia 9% y el sol peruano 7%.
Claramente, el panorama de las inversiones luce desafiante para los siguientes meses, tras más de una década de tasas bajas y apreciaciones sustanciales de activos financieros. En este entono, será crucial la identificación de señales tempranas de disminución de presiones inflacionarias. Ello sería un gatillador para ir tomando posiciones de riesgo paulatinamente en un entorno actual de valorizaciones atractivas. En el corto plazo, sin embargo, las posiciones defensivas seguirán preponderando.