La aceleración del deterioro ambiental y social en el mundo es insostenible. Podemos dedicarnos a señalar culpables, actuar como víctimas, o buscar venganza generando la destrucción del modelo económico establecido.
Desde el movimiento de Capitalismo Consciente Perú preferimos enfocarnos en el presente, generar consciencia de la interdependencia radical en la que vivimos para buscar consenso y actuar por un presente viable, y por un futuro sostenible y de progreso compartido.
Necesitamos romper la inercia del sistema… sin destruir el sistema.
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Las empresas que se enfoquen en traer a la vida un propósito elevado y velen auténticamente por todos sus interesados cosecharán un bono de consciencia. Mientras que las que mantengan operaciones de alto impacto negativo en lo social y ambiental tendrán una factura muy grande que pagar.
Lo malo es que no pagarán esa factura solos, la pagaremos todos.
Hoy quiero compartir el ejemplo inspirador de Ramón Mendiola CEO de Fifco de Costa Rica para mostrar de forma práctica lo que es ser una empresa consciente y el impacto que tiene en su crecimiento y su ecosistema.
Cuando Ramón tomó el liderazgo como presidente ejecutivo en Fifco a finales de 2002, la empresa facturaba US$176 millones, y estaba enfocada en producir cerveza. Solo como referencia de su impacto, para producir un litro de cerveza requería consumir 24 litros de agua.
En 2019, FIFCO facturó más de mil US$400 millones. Se ha convertido en una empresa de alimentos y bebidas con 6.500 empleados y exportaciones a 23 países.
Fifco ha reducido a 4,17 litros de consumo de agua para producir un litro de cerveza. Recolecta y recicla el 100% de sus empaques plásticos y recupera el 87% de materiales globales. Su cadena logística en Costa Rica ha sido certificada como Cero Residuos a Rellenos Sanitarios y la distribuidora La Florida y Fifco Retail alcanzaron el estatus de Carbono Neutral Plus, otorgado por el Gobierno de Costa Rica.
Ramón destaca dos momentos cruciales en su jornada: i) la aplicación de la Triple Utilidad como eje central del manejo del negocio, con remuneraciones variable atadas a resultados Económicos, Sociales y Ambientales, y ii) descubrir el propósito de la empresa. Propósito que los movió de tratar de hacer menos daño a hacer el bien desde la empresa.
Podemos resumir la “receta” de Ramón de la siguiente manera:
1. Desarrollar un dialogo dinámico y constante con todos los interesados: En Fifco entendieron que más allá de generar utilidades, dar empleo y pagar impuestos, sus interesados esperaban mucho más: la erradicación del impacto nocivo del alcohol y la neutralización de las huellas de carbono, hídrica y de residuos. “No queremos tus empaques en nuestras playas” escucharon sin sorprenderse.
2. Lograr el alineamiento y compromiso de los líderes: Sólo logrando la aprobación del Directorio y el compromiso de los líderes fue que pudieron cambiar las remuneraciones para recompensar por resultados económicos (60%), sociales (30%) y ambientales (10%).
3. Desarrollar e implementar metas de Triple Utilidad: Se propusieron grandes de metas como ser una empresa negativa en su huella de carbono, o neutral en su huella de residuos sólidos y seguir mejorando la rentabilidad.
4. Organizarse para medir la Triple Utilidad: Fue imprescindible reestructurarse de ser una organización jerárquica a un ecosistema ágil.
5. Reportar constantemente a la Sociedad: Fifco ha declarado desde un inicio sus compromisos de Triple Utilidad a la sociedad, lo que les ha permitido compartir los resultados y construir relaciones con todos sus interesados.
Ahora sabemos que la vacuna para muchos de nuestros males es triple y aunque el proceso para que “el cuerpo reaccione y se adapte” es largo, no hay excusa para no ponérsela de inmediato.
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