Recientemente, la Escuela de Gestión Pública de la Universidad del Pacífico ha presentado el Plan Nacional de Infraestructuras 2016-2025 realizado para la Asociación de Fomento de la Infraestructura (AFIN).
En este plan se incluye la estimación de la brecha de infraestructura entre otros análisis relacionados con los sectores de infraestructura como agua y saneamiento, transporte, energía, telecomunicaciones, educación, salud e infraestructura hidráulica.
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Para estimar la brecha hicimos dos aproximaciones. En primer lugar tenemos que los requerimientos de infraestructura de un país se encuentran fuertemente ligados a las presiones de demanda que genera el crecimiento económico.
A esto le llamamos brecha vertical. Esta inversión es la mínima necesaria para acompañar el crecimiento pero no para mejorar nuestros indicadores. Debido a lo anterior, esta demanda de infraestructura, además, debe sufrir también saltos discretos denominados impulsores de demanda, que tienen como objetivo alcanzar a un grupo de países que se suponen con mejor desempeño.
A esto se le denomina brecha horizontal y tiene como meta alcanzar en el mediano plazo el promedio de los países de la Alianza del Pacífico y en el largo plazo alcanzar al más cercano entre los promedios de una muestra de países asiáticos y el promedio de los países integrantes de la OCDE. Así estimada, la brecha total alcanza los US$159.549 millones.
El cierre de la brecha de infraestructura para el período 2016-2025 implicaría una inversión promedio anual del 8,27% del PBI, es decir, US$15.955 millones anuales. Si consideramos que entre el 2012 y 2015 se han adjudicado proyectos de infraestructura mediante asociaciones público-privadas (APP) por US$15.953 millones, entonces estamos frente a un reto grande.
Consideremos esta estimación como una alerta, ya que la velocidad a la que estamos adjudicando APP no es la requerida.
Además, se estimaron los impactos del cierre de la brecha sobre algunas variables. Así, los beneficios totales sobre la actividad económica de esa inversión alcanzan el 15,5% del PBI promedio anual durante el período 2016-2025, con lo que el beneficio neto es claramente positivo (debido al multiplicador de la inversión) y además incrementaría anualmente la población económicamente activa en 15,3%.
Finalmente, este informe estima la diferencia entre el crecimiento del PBI per cápita teniendo presente el cierre de la brecha de infraestructura y sin ella. A partir de la resta entre ambos y de las elasticidades pobreza-crecimiento, se estima la reducción de la pobreza en puntos porcentuales atribuible al cierre de la brecha. Así, si se considera que la pobreza actual es de 24%, con el cierre de la brecha la pobreza disminuirá 1,44% cada año.
El análisis de la brecha permite concluir que el país está aún lejos de los niveles de infraestructura a los que debería apuntar para poder liderar, en estos indicadores, en la región y competir con las mejores economías del mundo.
En el Perú, hasta hoy, no se ha publicado un plan de infraestructura por parte del Gobierno que articule a todos los sectores involucrados. ¿Será por eso que la brecha sigue aumentando? ¿No somos capaces de planificar nuestras inversiones y financiarlas? Los invitamos a reflexionar leyendo el informe completo.