Inés Temple

¿Escuchó ya de esa nueva tendencia viral que TikTok ha traído al Perú que se llama “renuncia silenciosa”? Vale la pena saber de ella: en países como Estados Unidos la renuncia silenciosa ya tiene un impacto significativo en el porcentaje de empleados dispuestos a esforzarse para hacer un buen trabajo. La revista “Bloomberg” menciona un estudio reciente a más de 9.000 empleados que demuestra cómo el compromiso con el trabajo bajó en casi 15% del 2021 al 2022. Y según Gallup 2022, hasta el 50% de los empleados confiesan que están psicológicamente desvinculados de sus trabajos.

Las razones para eso van desde la pandemia y sus efectos en el cambio de prioridades en la vida de las personas, la inflación y la crisis geopolítica, entre otras. Hoy muchos evalúan de manera diferente el rol que tiene el trabajo en su día a día. Y eso significa para un creciente porcentaje quitarle el pie al acelerador a las responsabilidades laborales o hacer lo mínimo indispensable para no ser despedidos. En las redes abundan las autojustificaciones para hacer la renuncia silenciosa e incluso el debate popular es cómo hacerla bien, es decir, cómo dedicarle lo menos posible de nuestra energía y tiempo a cumplir las obligaciones laborales sin ser descubiertos.

Esta tendencia, de seguir creciendo como hasta ahora, puede llegar a alterar de manera significativa la percepción sobre el valor de una carrera profesional a mediano y largo plazo en las personas de toda una generación, con el correspondiente impacto en sus niveles de empleabilidad futura, reputación profesional y marca personal. Y por supuesto, en su productividad impactando en los resultados de las organizaciones para las que trabajan.

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A quienes están haciendo la renuncia silenciosa o piensan hacerla pronto, la mejor sugerencia es que si no les gusta su trabajo o no están verdaderamente contentos en lugar de “renunciar silenciosamente”, empiecen a buscar otro trabajo ya mismo. Trabajar “sin alma” es un suicidio profesional. No se generan logros y resultados, no se aprende, no se aporta. Se frustra el crecimiento, el desarrollo y las posibilidades de avance y eso genera un círculo vicioso de malestar e insatisfacción del que es muy difícil salir. Trabajar en algo sin compromiso, pasión o siquiera el mínimo interés mina el espíritu y causa infelicidad, lo que termina afectando la vida personal y hasta la salud emocional.

Si la decisión de salir está tomada, es vital trabajar y rendir bien hasta el último día, aunque sea solo por pensar en las referencias que de nuestro trabajo darán jefes, pares y el equipo en general. En adelante, esas referencias, buenas o malas, nos acompañarán inevitablemente por muchos años.

Es también importante recordar que como empresarios de nuestros servicios profesionales trabajamos para nosotros mismos, primero. Cuidar la calidad y efectividad de los servicios que entregamos es cuidar nuestra reputación y marca personal. Hacerlo genera un círculo virtuoso de buenas referencias sobre nuestro trabajo y, por ende, de un alto nivel de empleabilidad. Eso es fuente de demanda sostenida por nuestros servicios y, por tanto, de bienestar, seguridad, satisfacción, crecimiento y desarrollo personal y profesional a mediano y largo plazo.

Entonces, la pregunta clave que debemos hacernos es: ¿hoy vale la pena la renuncia silenciosa?

Inés Temple es Presidenta de LHH DBM Perú y LHH Chile.