¿Puede salvarse Odebrecht?, por Cecilia Blume
¿Puede salvarse Odebrecht?, por Cecilia Blume

Las declaraciones infelices del representante de en el Perú, Mauricio Cruz, descubren cómo piensan los funcionarios de Odebrecht, capaces de excusarse diciendo que “ellos no inventaron la corrupción en el Perú”.  

Según el Código Penal, las empresas no delinquen pero sí sufren las consecuencias accesorias del delito. En el caso de Odebrecht, donde hubo un departamento dedicado a la coima llamado de Operaciones Estructuradas, es claro que la empresa estaba organizada para delinquir y no se trataba de una conducta aislada y oculta de un par de funcionarios. Los empleados de Odebrecht han confesado cómo funcionaba la coima. No son unos cuantos funcionarios, pero tampoco todos quienes trabajaron en la empresa son corruptos.

Lo complejo es preguntarnos: ¿qué debemos hacer en un caso como el de Odebrecht?¿Se puede y debe preservar la empresa? El Código Penal señala que a las personas jurídicas se les puede aplicar el cierre temporal o definitivo, disolución, cese de actividades, y se le podrá intervenir para proteger los derechos de los trabajadores si es que se ha usado a la empresa para favorecer o encubrir un hecho punible.

Entonces, ¿quiénes son los delincuentes? ¿La empresa que delinque o personas que, aisladamente y de forma oculta, lo hacen para beneficio propio? ¿Qué pasa si la empresa es un ente creado para el delito? Odebrecht era una constructora, buena en ingeniería, pero que delinquía sistemáticamente al contratar las obras y ejecutarlas. Entonces, ¿es Odebrecht una empresa corrupta que según el Código Penal debe ser sancionada con el cierre definitivo? Parecería, por su propia declaración.
Los grandes escándalos económicos en el mundo han querido hacer la diferencia preservando en lo posible a las empresas y castigando severamente a los delincuentes, siempre que se pudiera aislar el delito e identificarlo en personas. El último gran escándalo de Bernie Madoff acabó con este preso por 150 años y la empresa quebrada. Ambos pagaron.

En cambio, en el sonado Caso Merck, la empresa se salvó de la quiebra a pesar de que sus acciones bajaron sensiblemente en la bolsa. Creo que la persona jurídica debe preservarse, si no hay delito. Quizá con un cambio de autoridades, pues hay empleados, proveedores y familias que trabajan honestamente y además la empresa cumple un rol social y económico. ¿Qué pasará con Odebrecht? Lo sabremos cuando la justicia termine sus procesos y ello tomará años. Mientras, probablemente su capacidad económica esté muy disminuida y la empresa, gravemente dañada por la propia confesión de sus funcionarios de delitos  graves. Por lo pronto, el Estado no puede contratar con esta empresa.

Lo importante en estos casos es tener la claridad de quién paga por los delitos: ¿la empresa o sus funcionarios? Esta discusión aún no está en el debate ciudadano, pero debería darse con transparencia y serenidad, por el bien de la sociedad. 

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