Las nuevas tendencias en finanzas enfatizan el uso de la tecnología para optimizar el uso de la información y poder brindar al inversionista alternativas para rentabilizar su dinero eficientemente. Así, por ejemplo, el robo ‘advising’ permite, de manera automatizada, analizar los patrones de conducta y preferencias del cliente a través de un modelo de inteligencia de negocios y con ello, construir una cartera ad hoc en función de su perfil de riesgos.
En este contexto, hace unas semanas se realizó en Lima un evento organizado por la Asociación Peruana de Fondos Mutuos en el que se enfatizó la ayuda de la tecnología en la labor de distribución y consejería de fondos. ¿Qué aspectos podrían tomarse en cuenta para ayudar al inversionista minoritario a identificar su cartera óptima de inversiones?
En primer lugar, “mejorar y delimitar la cancha”. La actual tipología de fondos resulta insuficiente respecto de los productos existentes en la industria. Solo basta echar un vistazo al crecimiento vertiginoso de los fondos catalogados como “flexibles”, que son aquellos que no entran en ninguno de los tipos definidos. El partícipe desea facilidad para comparar productos de similar riesgo. La experiencia reciente en Chile y Colombia muestra que el esfuerzo de catalogar adecuadamente los fondos fue impulsado por la propia industria, lo cual ha permitido ordenar el espectro de inversiones.
Adicionalmente, la presentación de la información (‘track record’ de rentabilidades, índices de comparación adecuados, métricas de riesgo fáciles de comprender) resulta crucial para una adecuada comparación entre los distintos fondos. La información debe “hacerle la vida más fácil al cliente”. Para ello, es necesario apoyarse en estándares de reportes de rentabilidad que permitan homogenizar información y faciliten la toma de decisiones. Al respecto, la introducción de los estándares GIPS en los reportes de fondos de México y Chile ha sido impulsada principalmente por algunas gestoras con matriz internacional y se ha convertido en un sello de distinción para las mismas.
Con tipos claramente delimitados e información homogénea y precisa, “la tecnología puede hacer su trabajo”. Al respecto, en Chile resalta la introducción de una plataforma en línea de compra de fondos de distintas gestoras que recomienda aquellos más eficientes en materia de rentabilidad-riesgo en función del perfil de riesgo del cliente. De manera paralela, en México destaca una plataforma que facilita la realización de transacciones entre gestoras y distribuidoras de fondos y permite estandarizar la información de acuerdo con las mejores prácticas. De esta manera, la selección de fondos se vuelve una labor objetiva basada en criterios técnicos al servicio del cliente final, además de brindar la facilidad operacional.
En suma, los elementos disruptivos de la tecnología pueden ponerse al servicio de los inversionistas. No obstante, ello constituye un reto para los reguladores, que tendrán que estar a la altura de los nuevos paradigmas virtuales. Ante este escenario, será crucial encontrar el adecuado balance entre lo disruptivo y lo regulatorio en materia de protección a inversionistas minoritarios