Hace aproximadamente un año expuse en esta misma columna mis expectativas para el 2019. En términos generales el escenario base que comenté fue de una economía mundial desacelerándose, así como una recuperación de los mercados de acciones liderados por los países emergentes ante una reducción en la probabilidad de recesión y una posible tregua en la guerra comercial entre EE.UU. y China.
Asimismo, sostuve que el dólar había tocado su pico a fines del 2018 y que probablemente veríamos al sol apreciándose hacia niveles de S/3,25. Algunas de estas estimaciones se cumplieron; otras estuvieron lejos de concretarse por distintos motivos que comentaré más adelante.
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Empecemos por los aciertos: la economía mundial efectivamente se desaceleró, pero el escenario de recesión fue disminuyendo con el transcurrir de los meses.
Asimismo, los mercados de riesgo mostraron un fuerte rebote desde los mínimos alcanzados en diciembre del 2018, mostrando retornos de doble dígito tanto en los mercados de deuda como en acciones.
Los mercados habían sido castigados en exceso en el último trimestre del año pasado y ofrecían una gran oportunidad para los inversionistas; no obstante, la causa principal de estos resultados tan positivos fue una variable que tengo que reconocer que no estaba en mi cabeza: los principales bancos centrales del mundo, liderados por la Reserva Federal (FED), cambiando drásticamente su política monetaria hacia una reducción significativa de tasas para sostener el crecimiento económico.
Pasando a los errores en mis pronósticos, si bien los mercados de acciones de países emergentes mostraron una recuperación importante, fueron los mercados desarrollados como EE.UU. y Europa los que más destacaron y esto se debió, principalmente, a que las principales economías emergentes se mostraron bastante más débiles de lo que el mercado esperaba.
A esto se suma el efecto negativo del escalamiento en la guerra comercial, que tiene un impacto mayor en las economías emergentes. Esto último ha sido lo que en mi opinión ha sostenido el valor del dólar durante el año, ya que los inversionistas han utilizado esta moneda como activo refugio ante la incertidumbre.
El 2020 será un año diferente donde los principales factores de riesgo probablemente vendrán desde el frente político, considerando que el riesgo de recesión en el corto plazo ha disminuido significativamente.
Más bien, se espera que los bancos centrales mantengan su política expansiva y cierta estabilización en el crecimiento; un escenario favorable para la toma de riesgo. Dicho esto, no debemos esperar retornos tan altos como los que hemos tenido este año considerando que las valorizaciones de los activos se encuentran relativamente altas.
Aunque habrá elecciones generales en EE.UU. hacia fin de año, el proceso inicia meses antes con las elecciones primarias del partido demócrata. El triunfo de alguno de los candidatos de izquierda en estas primarias seguramente generaría mucha volatilidad en los mercados.
En el frente local tendremos elecciones legislativas en enero y el inicio de la campaña presidencial hacia fines de año; y ya sabemos que la inversión privada suele enfriarse en años electorales.