El Perú es un referente estratégico en seguridad alimentaria para la creciente población de China (1.386 mil millones de personas en el 2017, según el Banco Mundial). Es que desde hace unos 40 años nuestro país se ha convertido en proveedor de material genético de papa al gigante asiático, que es hoy el mayor productor y consumidor mundial del tubérculo con unas 5 millones de hectáreas instaladas.
"Hemos introducido recursos genéticos de Perú del Centro Internacional de la Papa. Es una gran contribución para la producción de China y el mejoramiento genético", sostiene Mei Xurong, vicepresidente de Academia de Ciencias Agrícolas de China (CAAS, por sus siglas en inglés), quien participó junto a una delegación de su país de un evento sobre seguridad alimentaria celebrado en Cusco la semana pasada.
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El funcionario y científico reconoce que el valor de la papa en China va más allá del aporte nutricional, de minerales como el Hierro y Zinc y vitaminas como la A para su gente. La papa se ha convertido en un medio de vida para sus compatriotas. "Hoy la papa es un cultivo que le permite a la gente pobre obtener ingresos para mejorar su calidad de vida", cuenta.
Pero a diferencia de la del Perú, la historia papera de China es reciente. "En 1960 sufrimos un severo desastre con problemas de hambre. La papa dulce ayudó a salvar vidas", dice Mei. Dicha crisis, sumada a la caída del precio de los cereales en la primera década de este siglo hicieron que el cultivo se volviera una prioridad en su canasta básica.
CONTRACORRIENTE
En ese sentido, China está marcado precedente, considerando que el consumo del tubérculo se ha estancado en los países industrializados, como Estados Unidos y Europa. "La papa hasta ahora 30 años era un alimento fundamental. Lo fue para los Andes y Europa durante la Revolución Industrial y ahora lo es para África y Asia", subraya Óscar Ortiz, director adjunto de investigación para el desarrollo del CIP.
Según Ortiz, el boom de las comidas rápidas hace 30 años reinventó la imagen que teníamos del tubérculo (hervido o cocido al horno) con las papas fritas como uno de sus emblemas. Pero su auge en China como alimento fresco está ayudando a devolverla a sus orígenes. "El crecimiento poblacional de Asia implica que los gobiernos tengan que diversificar su base alimentaria. Ellos dependen mayormente de cereales como el arroz y trigo, pero eso no es suficiente", apunta.
El hecho de producirse localmente y no estar sujeta a la volatilidad de los mercados, como el resto de los cereales, vuelve a la papa un cultivo de "protección" para los chinos, define Ortiz. Es que, además, acota, al ser un cultivo rotativo, tiene la ventaja de tener dos cosechas anuales, alternadas con arroz, en casi la mitad del tiempo de desarrollo vegetativo de este último. Mientras la papa demora entre 3 y 4 meses en ser cosechada, el arroz, de 6 a 8, contrasta.
"Por eso es que China está muy interesado en mejorar su producción de papa, para que su población tenga alimento suficiente en los próximos años", afirma. Hoy China está enfocada en desarrollar variedades tolerantes a sequía, ya que su producción se concentra en irrigaciones, apunta Ortiz. En eso también está trabajando con el CIP desde el Perú, comenta.
DATO
►Según proyecta la FAO, el consumo de raíces y tubérculos tradicionales se incrementará en los países en desarrollo hacia el 2030. "Una gran parte de esta tendencia se explica por China, donde millones de agricultores y consumidores han cambiado el consumo de batata por patata.
► Se prevé que la demanda media de raíces, tubérculos y plátanos aumente de nuevo en los países en desarrollo, en los que la batata y la patata adquirirán una importancia especial como piensos", perfila la organización.