Michael Schrage es un especialista en diseñar estrategias y sacar adelante modelos de innovación. Recientemente Schrage, quien también es investigador del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) , visitó la Universidad Corporativa Intercorp (UCIC) para conversar sobre cómo el innovador debe poner su foco de atención en el cliente.
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¿Cuáles son los principales errores que tiene una empresa al lanzar un nuevo producto?
Primero hay que hacer una distinción entre si es completamente nuevo o es un producto modificado de una versión anterior. El error más grande de las empresas es que tratan este lanzamiento como un evento especial y no como el inicio de un proceso. El éxito de productos tan populares hoy como los diversos smartphones está en sus versiones. No se trata de lanzar un producto y dejar que pasen tres años, porque es justamente la gestión de esa trayectoria la que va a determinar el éxito del producto. Las empresas más innovadoras son las que tienen una hoja de ruta para llevar a cabo esta trayectoria.
En sus publicaciones usted dice que solo existe innovación cuando el cliente la ha adoptado y no antes. ¿Hoy las empresas están más en ese camino o aún les cuesta tomar al cliente como parte de la innovación?
La innovación no es lo que hacen los innovadores. Sino lo que adopta la gente. Y hay dos razones por la cuales se puede apuntar mejor a eso. La primera es que existe la tecnología que permite conocer cómo se comporta la gente, y la segunda es que existen tantos datos y mayor capacidad de análisis para saber cómo ir marcando tendencias. En telecomunicaciones no es una elección, sino que es obligatorio adoptar estas prácticas porque no les queda otra. En muchas compañías de otros sectores es un proceso que recién está comenzando. Todavía es algo que no está tan insertado en sus funciones.
¿Qué hacen las grandes compañías para innovar que no pueden hacer las pequeñas? ¿La tecnología ha acortado esa distancia?
La tecnología ha cerrado la brecha de muchas maneras. Pero lo que hay que preguntarse es cuándo el tamaño de la empresa va a ser una ventaja o una desventaja para la innovación. Uno podría decir que las pequeñas empresas son más ágiles y flexibles y pueden adoptar innovaciones mucho más rápido. Para las empresas grandes, en cambio –por lo mismo que tienen una base instalada de productos y servicios– a veces es un desincentivo innovar porque podría alterar el estado de su cartera. Más que del tamaño de la empresa depende de la situación, del tiempo en que se haga la innovación.
Tampoco es una cuestión de quién tiene más recursos…
No hay otro momento en la historia de la humanidad en la que el dinero importe menos y sí importe más la creatividad como ahora. Si una empresa no quiere innovar no es porque carezca de recursos, sino porque no tiene el talento para hacerlo.
¿En qué medida hay que tomar en cuenta los riesgos al innovar? ¿Qué tanto importan?
Siempre en mis charlas hablo no solo de la gestión de la innovación, sino también de la gestión del riesgo de la innovación. Es un tema muy importante. Se puede hacer una analogía con la formulación de políticas o cómo en los negocios se hace un análisis de costo y beneficio, porque cuando se trata de la innovación por alguna razón siempre se habla de los beneficios, pero cuesta hablar de los riegos. Esto ocasiona una distorsión. Me gusta que siempre quede claro que hay riesgos, es saludable asumirlo.
La gente conoce sobre todo innovaciones para la comunicación, el entretenimiento o que solucionan problemas domésticos. ¿Pero en qué momento serán populares las innovaciones que apuntan a grandes asuntos como el ahorro de energía o de agua?
Es cierto que las innovaciones comerciales son más influyentes que las innovaciones sociales. La gente está preparada a pagar por algo que le haga la vida más fácil, y aunque hoy las fuerzas comerciales son mayores, eso va a repercutir en el otro tema también. Ya se hacen cosas interesantes en la purificación del agua o en el entorno de la salud. Ya los teléfonos no solo se usan para tomar fotos o videos, sino que apuntan a dar diagnósticos médicos por tu temperatura o cómo se oye tu voz.