Ilustración: Giovani Tazza
Ilustración: Giovani Tazza
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Katherine Subirana Abanto

Decir que tenemos el mejor del mundo es una costumbre relativamente reciente. Que los últimos dos años el café peruano resultara ganador de los Premios Café SPP, organizado por la red Símbolo de Pequeño Productor en Milán, es el resultado de un proceso que empezó con el nuevo siglo, cuando convergieron las políticas de erradicación de hoja de coca y la propuesta de desarrollo de cultivos alternativos. Eso, en cuanto a la producción, que se ha ido sofisticando con el paso de los años hasta alcanzar el reconocimiento de exigentes paladares internacionales.

Para hablar del consumo, necesitamos un punto aparte. “Algo interesante del café es su transversalidad. Es casi una necesidad básica y lo vas a encontrar en prácticamente todos los niveles socioeconómicos, desde el hogar más humilde hasta el más pudiente. La diferencia está en el tipo de café, la frecuencia y la forma de consumo. En ese sentido, uno podría decir que el café es un marcador de clase, pero no necesariamente por su precio, sino por el grado de conocimiento en torno a él y por el estilo de vida”, explica Pamela Acosta, periodista, socióloga y cofundadora del portal especializado CafeLab.

Hay cafés instantáneos que se consumen en el día a día por ser económicos, y hay cafés que se venden molidos o en grano para moler en casa y prepararlos en diferentes métodos.

A saber…

-El café tuvo su origen en África y llegó al Perú en el siglo XVIII. Para finales del siglo XIX, ya se producía café para el consumo local. Se cultivaba en Cusco, Moyobamba, Jaén y Huánuco. 

-El Perú cuenta con cafés de tipo arábico: la típica, caturra, borbón y pache, producidos bajo sombra y amigables con el medio ambiente. 

Lubricante social

Consumir el café en cafeterías se ha convertido en una experiencia a la que los peruanos rápidamente nos hemos adaptado. “Lo que se disfruta es la experiencia de salir, de estar en otro ambiente, de encontrarse con personas. El café es un ‘lubricante social’, a veces solo ‘se va por un café’ aunque se tome cualquier otra cosa porque se trata de una excusa para reunirse de manera casual o cuando no hay la suficiente confianza para una cerveza”, añade Acosta.

Según la Cámara Peruana del Café y Cacao, entre los factores que motivan el consumo de café de alta calidad están el desarrollo de las megaciudades, el cambio en el estilo de vida, el auge de los movimientos éticos alimentarios y la difusión más sencilla y barata del conocimiento. Todos estos son también factores transversales a los cambios sociales que experimenta la sociedad peruana, por lo que no sorprende que, según cifras de la Junta Nacional del Café, el consumo de café peruano al año es de 900 gramos per cápita.

La experiencia de CaféLab da cuenta de que la pandemia incrementó el consumo de café peruano de especialidad: al no poder salir debido a la cuarentena, las personas buscaron prepararlo en casa y al mismo tiempo mejorar su forma de consumirlo. Compraron molinillos, métodos y cafés de mejor calidad. Pero lo importante para la cofundadora de este portal especializado es que la gente se ha hecho más consciente de la cadena de valor del café de la finca a la taza y ha aumentado su interés por conocer el trabajo de miles de caficultores y el esfuerzo que hacen por ofrecernos lo mejor de su producción.

Tomar café ha trascendido, ha pasado de ser una costumbre inadvertida a ser parte de un ritual que comparten miles de personas alrededor del mundo. Personas que no conciben empezar su día sin el golpe de energía que ofrece una taza cargada de cafeína y antioxidantes.

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