Parece ser un consenso entre psicólogos y filósofos afirmar que tanto la mentira como el autoengaño son inherentes a la condición humana. Por ejemplo, una madre puede convencerse de que su hijo consume drogas, a pesar de una abundante evidencia que demuestre lo contrario, o un hombre puede pensar que la chica que le gusta se está haciendo de rogar, por lo que la invita a salir insistentemente. En ambos casos, escribe el filósofo Jesús Coll, investigador de la Universidad de Murcia, “el engañador y el engañado se funden en la misma persona”.
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