Muchos anuncian su muerte, otros su decadencia y los menos, su renacimiento. Lo cierto es que, más allá de los cambios tecnológicos, de la crisis publicitaria y de los cambios en los gustos de los usuarios… la radio siempre se adapta, se reinventa y se proyecta hacia nuevos horizontes.
La radio es un medio de comunicación que nació entre dos guerras, que fue usada por la propaganda nazi, masificada por el transistor, potenciada por la FM, herida por la televisión en ciernes, usada por los afanes periodísticos, transformada en caja musical y hoy, amenazada por la revolución digital.
Queda claro que los medios no mueren, sino que se transforman, se re-hacen y mutan hacia nuevas formas, usos e interfaces. Como señala Jenkins (2008,24) “Lo que muere son las herramientas que se usan para acceder al contenido de los medios…”. Esto es, se adaptan a la evolución humana, a los cambios sociales, culturales y del mercado, y sobre todo, a las nuevas percepciones de una audiencia que obliga a la radio a proyectarse a la convergencia, la interactividad y el storytelling.
No hay que olvidar que la esencia de la radio es el sonido, la música y la palabra. Pero también es la oralidad, como la forma más primitiva de comunicación humana, la que la define y la determina como medio de expresión. Una oralidad que está precisamente en crisis, en cuestión y en franca desventaja, frente a la escritura, la imagen o la experiencia vivida y emocional que hoy reclaman las nuevas generaciones.
Lo digital trae no solo nuevos receptores como los smartphones, las tablets y las computadoras, sino también nuevos canales, sitios web y aplicativos. Hoy el 60% de los jóvenes consume radio en sus versiones digitales. El 50% consume música, el 25% noticias y el 20% transmisiones deportivas. Cifras que acompañan el constante incremento del consumo de radio web, que hoy ya significa un 300% más que hace 3 años.
La conectividad, la interactividad, la personalización, el podcast y las múltiples plataformas digitales, proponen cambios en las formas de hacer radio. Ya no es suficiente el discurso editorialista, no tiene futuro la programación lineal, ni tampoco la reducción de toda información al simple relato de los hechos. La radio necesita escuchar más que hablar, es decir conocer las demandas y la sensibilidad de su público. Requiere entender los cambios en las formas, los contenidos y principalmente, las nuevas reglas de la comunicación en red.
En estos 100 años de la radio como medio de información, entretenimiento y educación, en este centenario que la reta a transformarse, tendrá que ahondar en su propia esencia para sobrevivir. Deberá estar más cerca de la gente, ser la compañía que siempre ha sido, volver a ser divertida, a guiar al periodismo a una nueva era de libertad ética, a entender la interactividad mas allá de la participación, y a ser más creativa, innovadora y transformadora de la sociedad y del ciudadano.
*Decano UCAL.