.
.
Max Hernández Calvo



Jorge Eduardo Eielson es el artista peruano más importante en la transición del arte moderno al contemporáneo. Su retrospectiva en el MALI, notablemente curada por Sharon Lerner y Gabriela Rangel, da cuenta de ello, a través del énfasis en la proteica capacidad creativa del artista.

Eielson acogió las preocupaciones del modernismo, reelaborándolas hasta trascenderlas en formas contemporáneas. La exhibición presenta sus exploraciones de las posibilidades de los medios artísticos —en la lógica moderna— que llevó más allá de sus límites. En la obra reunida, el artista tiende puentes entre medios (pintura, escultura, objeto, performance) e incluso entre campos artísticos (literatura, poesía, teatro, etc.), mostrándose como un creador abierto y permeable a las nuevas ideas.

Los desarrollos del artista son rastreados a partir de series clave en su carrera: los quipus, los paisajes costeros, las pinturas basadas en iconografía precolombina, las acciones poéticas y las performances.

En los emblemáticos quipus, la manipulación del material de soporte revela un interés por la superficie pictórica, heredada de la abstracción modernista (evidente en las piezas monocromáticas). Pero a la par rompen con lo abstracto y con la pintura, por medio de asociaciones narrativas y figurativas y al imponer su volumetría. Así, por ejemplo, “Proliferazione” (1993), una obra escultórica formada por una suerte de colorida cuerda enroscada sobre una silla, tiene claras alusiones al cuerpo. La exploración material le permite a Eielson simultáneamente abordar y trasgredir la idea de superficie: el uso de telas de diferentes texturas, colores, patrones genera posibilidades que escapan de las convenciones pictóricas.

Asimismo, los quipus escoltan una idea de proceso vía el anudado, el trenzado y el enrollado como acciones simples que transforman el material, creando volumen y dando lugar a un juego de fuerzas en tensión —por los estiramientos y las torsiones de las telas—, algo radicalmente ajeno a las preocupaciones de la pintura moderna, subordinada a la acción del pincel y, como mucho, sujeta a la gravedad o la capilaridad del soporte (piénsese en Jackson Pollock, Morris Louis o Helen Frankenthaler).

La idea de tránsito también aparece en la serie de cuadros “Paisaje infinito de la costa del Perú”. Las obras, altamente texturadas, recuerdan el informalismo europeo de los cincuenta y sesenta (p. ej., Antoni Tàpies), un tipo de abstracción severa que Eielson reconduce hacia la representación (el paisaje). Aunque, de hecho, el artista va más allá de ello. Por ejemplo, en “Poema” (1977) hay de representación (el mar, la orilla), hay de no representación (una imagen abstracta) y de presentación (la arena, materialmente presente, es uno de los referentes del cuadro). A ello se añade la palabra “poema” escrita sobre la arena: signo lingüístico (y a la par sustantivo y metáfora). Con este tipo de obras, el artista hace converger las posibilidades del conceptualismo, las formas de la pintura moderna y la experimentación poética.

En las pinturas basadas en iconografía precolombina, como “Ceremonia ancestral I” (1985), en la que vemos unas figuras extrañas en una suerte de parto ritual, Eielson reelabora y actualiza sus referentes históricos, creando un diálogo entre lo premoderno, lo moderno y lo contemporáneo, exhibiendo, además, un notable sentido de lo gráfico. Ello es aparente en su “Autorretrato definitivo” (1985), cuyas formas sintéticas remiten al diseño, pero que se alejan del mismo por las alusiones a lo antiguo que emplaza el soporte (acrílico sobre yute), lo que remite a la materialidad de sus referentes (textiles prehispánicos).

Es necesario aludir también al trabajo en performance, con propuestas como “El cuerpo de Giulia-no” (1972) o “Interrupción” (1988), presentadas mediante documentos, fotos y maquetas, dando cuenta de un tipo de trabajo efímero, que en su momento el artista planteó en términos de experimentación, ajena al mercado. Estos proyectos, junto con las acciones poéticas y la poesía expandida (poemas auditivos, imágenes verbales y visuales, etc.), remarcan la idea de un artista embarcado en una constante exploración de posibilidades creativas. Así, en contraposición a la búsqueda de un resultado perfecto, Jorge Eduardo Eielson entendió la actividad artística como una apuesta por descubrir nuevos universos de posibilidades, obviando todo tipo de acicalamientos para entregarse a la interrogación, la experimentación y el hallazgo.
Un artista y una exposición imprescindibles.

Museo de arte de lima
Paseo Colón 125, Lima. Hasta el 4 de marzo.

Contenido sugerido

Contenido GEC