Ramón Mujica ha sido uno de los mejores directores de la Biblioteca Nacional del Perú (BNP). Durante su gestión se implementaron importantes iniciativas como el inventario y la digitalización del material bibliográfico, el desarrollo del Sistema Nacional de Bibliotecas y los programas de fomento de la lectura, que han contribuido enormemente a la consolidación de la Biblioteca como un “laboratorio cultural”, como lo llama él. Ahora, a pocos días del cambio de gabinete, conversamos con él sobre el estado actual y el futuro de la BNP; además de sus proyectos personales, como el libro "La imagen transgredida: estudios de iconografía peruana y políticas de representación simbólica", que presentará el 29 de julio en la FIL Lima.
Desde que asumió el cargo en el 2011, la BNP ha avanzado muchísimo. ¿Qué espera del nuevo gobierno en cuanto a temas de políticas culturales?
Sí, pero queda todavía muchísimo por hacer. Nosotros iniciamos un proyecto que está pensado a largo plazo, por eso la próxima gestión debería mantenerlo para continuar el fortalecimiento de la BNP y del nuevo Sistema Nacional de Bibliotecas. Hemos estado trabajando en la memoria de nuestra gestión para que, cuando deponga mi cargo por ley el 28 de julio, la persona que se encargue de esta institución revise lo que hemos hecho hasta ahora, los retos que vemos para el futuro y las pautas que creemos se deben seguir.
¿Cómo vamos en niveles de lectoría?
Alrededor de libro y medio por habitante al año… Pero yo desconfío un poco de estas evaluaciones porque muchos leen a través de Internet. Además, si uno ve las estadísticas que lanzan las Ferias del Libro, cada vez hay más ventas. Los ministerios de Educación y Cultura deberían hacer algo en conjunto porque la labor es titánica.
Cuando asumió el cargo, estaba entusiasmado con resurgir la idea de Populibros, ¿se ha puesto en marcha el plan?
Populibros fue un proyecto maravilloso que Manuel Scorza realizó con mi padre, Manuel Mujica, que fue quien lo financió. Pero cuando entré a la Biblioteca me di cuenta que si bien la idea de Populibros, que consiste en democratizar la cultura y la lectura, debe mantenerse, ahora hay otro mecanismo más económico: la digitalización. Todos los usuarios que estén inscritos en la BNP podrán acceder gratuitamente a nuestras colecciones digitales; claro que primero debemos comprar los derechos, pero ya estamos en eso. Al final uno puede tener bibliotecas completas en su bolsillo, en su celular.
¿Y cómo va la digitalización de los libros del BNP?
Vamos bien. Hemos digitalizado libros, manuscritos e incluso más de 50.000 fotografías del siglo XIX que estaban placas de vidrio. Para esto compramos nuevas máquinas y memorias, carísimas pero extraordinarias. Porque la idea es, como ya se está haciendo, colgar todo esto en la página web de la Biblioteca para que pueda ser consultado gratuitamente desde los lugares más remotos. Somos la segunda biblioteca de habla hispana más consultada en las redes sociales —la primera es la de Madrid—, o sea que tan atrás no estamos, pero hay que seguir impulsando esto.
Hace poco anunciaron la creación del Instituto Superior Tecnológico para bibliotecarios, cuéntenos un poco de esto.
Como su nombre lo dice, el instituto estará enfocado en la formación de técnicos. Se dictarán cursos presenciales y virtuales de restauración y catalogación, pero también de gestión cultural. Porque creemos que cada biblioteca pública debe ser una suerte de espejo de las necesidades reales y concretas de sus comunidades. La idea es que se convierta en un centro vivo de información, donde la comunidad entera pueda no solamente conocer sobre su pasado, sino también solucionar sus problemas inmediatos y expresar sus valores culturales. Para esto, cada Municipio del país se debe hacer un diagnóstico del perfil de sus usuarios: qué edad tiene la gente de su comunidad, qué profesiones u oficios ejercen, cuáles son sus intereses y sus problemas, etc.
¿En este aspecto, cómo se encuentran las bibliotecas públicas de Lima y de todo el país?
En Lima hay 60 bibliotecas públicas, incluyendo al Callao. La Gran Biblioteca Pública del centro de Lima será la coordinadora del área metropolitana. La idea es, para poder descentralizarnos y llegar a más espacios, replicar este sistema en cada región, de forma que cada centro coordinador sea una suerte de Biblioteca Nacional en miniatura. Este año iniciamos un rastreo para averiguar la situación de las 21 bibliotecas patrimoniales de todo el país, y descubrimos que el 67% no tiene actualizada las existencias de sus libros, el 57% de sus posesiones valiosas se encuentra en el más alto grado de deterioro, solo el 25% está en buen estado y el 87% del material requiere restauración.
¿A qué cree que se deba esto?
A que no tienen las máquinas adecuadas para preservar el material, ni el presupuesto y, lo más importante de todo, no tienen consciencia de los tesoros culturales que están custodiando. Es responsabilidad de los gobiernos regionales hacer que los trabajadores de las bibliotecas comprendan el valor que tienen sus libros, muchos de los cuales datan de tres o cuatro siglos atrás, son incunables o primeras ediciones; algunos, incluso, ni siquiera se encuentran en la propia BNP.
Hace poco también organizaron el taller de protección del patrimonio bibliográfico, que apunta justamente a crear consciencia sobre el material que archivan las bibliotecas.
Sí, lo organizamos con apoyo de la Unesco, fue todo un éxito. Participaron los encargados de las bibliotecas patrimoniales de todo el país, entre privadas, públicas, municipales, conventuales, universitarias y de centros culturales. Además de la capacitación, repartimos un kit de emergencia que incluía un extintor, bolsas deshumedecedoras y un escaner para que digitalicen sus fondos más valiosos. Pero para que este tipo de iniciativas continúe, no solo necesitamos el apoyo de las empresas privadas, de los gobiernos locales y regionales sino, sobre todo, necesitamos confianza. Hay muchas bibliotecas que han sido víctimas de robos, entonces tienen la idea equivocada de que, si se hace un inventario, se va a saber lo que tienen, y correrán el peligro de ser robadas. Pero lo que ocurriría es más bien lo contrario: cada registro que se hace es como una partida de bautizo o de nacimiento, de modo que en el caso hipotético de sufrir un robo, el registro les permitiría demostrar que ese libro les pertenece.
Precisamente esta rigurosidad en el registro de los documentos y en la investigación de los libros robados fue unas de las cosas que marcaron su gestión. ¿En qué terminó este caso?
Efectivamente, el mismo día que asumí el cargo, se encontraron más de 3.000 manuscritos del mariscal Cáceres en un tacho de basura en la avenida Abancay. Lo peor de todo fue que las personas que trabajaban conmigo y estaban enteradas de eso no me lo dijeron sino hasta casi dos meses después. Fue una experiencia muy fuerte para mí. El hecho de que el equipo con el que trabajaba me haya ocultado algo tan grave me pareció que tenía muchas lecturas.
¿Cómo cuáles?
Que eran cómplices, por ejemplo. Y ahora la fiscal no solo está pensando en archivar el caso por falta de pruebas, sino que además ha dicho algo gravísimo: que los documentos estaban prácticamente a la intemperie y al alcance de los usuarios. Pero esto es mentira, estaban en las bóvedas o en un área restringida donde solo tienen acceso los trabajadores de la institución. Lo que dice la fiscal es indignante y se presta a suspicacias: demora cinco años la investigación, y al final dice algo que es totalmente falso. Me huele a corrupción. Pero no vamos a darnos por vencidos, he contratado a un abogado externo para que revise el caso y apelaremos a la Fiscalía Anticorrupción. Lo siento mucho, caiga quien caiga, vamos a ir hasta las últimas consecuencias.
Pasando a temas más gratos, cuéntenos sobre el libro que presentará en la FIL Lima.
Estoy muy agradecido con el Banco de Crédito del Perú y al Congreso de la República porque han hecho esta publicación posible. "La imagen transgredida" consiste en una recopilación de 12 ensayos, producto de más de 20 años de investigación, sobre la historia social del arte peruano, desde el Virreinato hasta la República. Si bien nuestros pintores mestizos e indígenas copiaron modelos visuales europeos, siempre terminaron modificándolos para decir cosas nuevas, para subvertir la imagen y crear un vocabulario simbólico distinto al del arte hegemónico. Lo interesante es que esto ocurre desde inicios de la conquista, y llega hasta prácticamente nuestros días con el arte popular y los artistas plásticos que siguen resemantizando el vocabulario virreinal y el arte precolombino.
¿Y ahora qué artistas contemporáneos siguen este mecanismo de representación subrepticia?
Ángel Valdez y Gustavo Buntinx son dos de ellos, pero en realidad hay muchos que se están inspirando en la pintura virreinal para plantear temas contemporáneos. Incluso hay un capítulo del libro que se llama “Primitivos modernos”, donde incluyo unas cartas que Pablo Picasso le envió a mi padre, donde le cuenta que está copiando arte precolombino peruano. Esto es muy interesante porque es la única prueba firmada con el puño y letra del pintor malagueño donde reconoce su deuda cultural con el Perú.