Experta en temas de propiedad intelectual, derechos de autor, industrias creativas y gestión cultural, Viana Rodríguez se dedica, desde hace un tiempo, a asesorar a autores, artistas, e instituciones públicas y privadas a través de la consultora Cultura 360. Conversamos con ella sobre la crisis que atraviesa el sector por la pandemia y con ocasión del Día de la Propiedad Intelectual.
¿Cómo adecuar los derechos de autor a la era de internet y los proyectos colaborativos?
A pesar de que el Decreto Legislativo N.° 822, Ley sobre el Derecho de Autor vigente, fue creado en 1996, es aplicable a la situación actual. Los derechos que garantizan el reconocimiento de la paternidad del autor, la integridad de la obra, o los derechos patrimoniales que permiten al autor licenciar o ceder su obra a cambio de beneficios económicos son la base de muchas de las industrias creativas actuales. Esto funciona también en el mundo digital: los lives de Instagram o eventos en Facebook, mayormente gratuitos, podrían ser cobrados bajo el amparo de esta ley. Con esto no quiero decir que no requiera mejoras, pero no hay un vacío legal.
¿Y en qué aspectos deberían mejorar?
Existe todo un capítulo sobre excepciones al derecho de autor. Algunas funcionan, pero otras requieren modificaciones. Lo que sucede es que muchas personas asumen que todo lo que está en internet es de uso libre y, en realidad, es el supuesto contrario: todo lo que existe tiene derechos, a menos que se indique lo opuesto. Es decir, si yo encuentro una fotografía en internet, no significa que la pueda usar libremente. Pero hay otras cosas, como los memes, que se viralizan tanto y resulta imposible encontrar la fuente original. Este tipo de mensajes están amparados en la excepción de parodia. En el Perú, la ley indica que las obras se pueden parodiar sin pedir autorización, pero pagando. Eso es una barbaridad. ¿Por qué? Tú me puedes decir: “Voy a parodiar tu obra y no necesito tu permiso, pero cuánto me vas a cobrar”. Y yo te pido un millón de dólares. Es decir, te niego el permiso al pedirte algo imposible. Esa excepción tiene que ser cambiada.
Pasando al tema de la parálisis del sector cultural, ha surgido el debate sobre qué hacer con los fondos concursables del Mincul. ¿Deben ser redirigidos o deben continuar tal como están?
Yo no tocaría los fondos concursables, primero, porque ya muchas personas han armado proyectos pensando en estos recursos, y, segundo, porque apenas es su tercera edición y no sería adecuado mover algo tan incipiente. Si fuera representante del sector cultural, iría más bien al Ministerio de Economía y pediría ampliar estos fondos, pero antes debería tener claro a quién voy a ayudar y qué cosa quiero promover.
¿Hacia qué sectores podrían ser ampliados?
Mucha gente está pensando en los artistas, músicos, en el teatro. Ellos deben ser atendidos, pero también debemos pensar en el patrimonio cultural inmaterial, en los museos que van a permanecer cerrados. Esta es una oportunidad para que el sector piense cómo diversificar sus ingresos y el Ministerio de Cultura comience a generar políticas culturales. El ministerio tiene que ayudar a formalizar su sector, y podría pedir al Ministerio de Economía una tregua de tres o cuatro años de exoneraciones tributarias mientras el sector se formaliza o hacer un trabajo intersectorial con el Ministerio de la Producción a través del programa Mi Empresa.
Es decir, ¿hacer de la crisis una oportunidad?
Totalmente... En estos días, he recibido llamadas de clientes que me preguntan qué vamos a hacer, pero no en plan de queja, sino de qué se te ocurre, cómo podemos seguir trabajando. Por ejemplo, ahora estamos asesorando una plataforma muy novedosa de teatro en casa, y así muchos están viendo cómo salir adelante. Por eso, es importante que el ministerio dé un mensaje claro, no para que nos indique cuál es la solución, sino, al menos, como apoyo emocional, para que diga “estamos trabajando y pensando en ustedes”.