La obra de Melissa Larrañaga resulta atractiva no solo por su manejo del color, y su apuesta por los follajes y los escenarios naturales, sino porque en ella se vislumbran pequeños hábitats que invitan a la contemplación y la exploración visual. Y, en este encuentro, se pueden realizar diversos hallazgos, desde poder abstraerse del mundo real hasta lo que destaca Max Hernández Calvo, curador de la exposición: “Si se miran con atención, podemos detectar la tensión latente que subyace a estos escenarios naturales […]. Dicho en otras palabras, la figuración naturalista de ‘Refugios’ encubre una representación abstracta de un estado de ánimo”. Conversamos con la artista sobre lo que ha significado sacar adelante una exposición en estas épocas difíciles.
“Refugios” reúne doce lienzos de mediano y gran formato, bajo la curaduría de Max Hernández Calvo. Se puede ver en la galería Forum (av. Larco 1150, Miraflores), de lunes a viernes, de 11:00 a 19:00 (previa cita, con aforo limitado) hasta el 22 de octubre. También se puede acceder de manera virtual a través de las redes sociales: www.facebook.com/galeriaforum / Instagram: @galeriaforum.
—¿Cómo ha sido el proceso creativo en esta etapa de pandemia?
Me he refugiado en mi taller, por eso el nombre “Refugios”. Quiero invitar a la gente a que se refugie en la naturaleza ante toda esta coyuntura terrible. Yo he pasado por momentos de incertidumbre, cuando de pronto uno piensa que la gente que quiere o que uno mismo puede estar contagiado. Hay un cuadro que se llama Nocturno y es más oscuro. Si bien los paisajes invitan a meterse en ellos, a zambullirse para dejar todo lo terrible de este tiempo, he querido reflejar también esas vivencias que son para mí lo más importante de mi obra.
—Sus cuadros han sido valorados por esa vitalidad que transmiten, pero el curador Max Hernández ve en ellos algo más cargado que subyace detrás de la luz. ¿Qué opina al respecto?
Es como un escape. Por lo general, suelo ser una persona positiva, pero he tenido sentimientos encontrados con todo lo que ha pasado, y he sido influenciada por esos temores. He puesto en mi obra mis miedos, mi incertidumbre, mi falta de sueño… Ahora hago una pintura muy meticulosa, con mucho detalle. No son cuadros rápidos de ver. Lo que busco es atrapar al espectador y que se concentre en la obra. La armonía y la belleza también pueden ser sobrecogedoras. Muchos consideran la estética pasada de moda; en ese sentido, mi obra no es contemporánea ni conceptual. En realidad, soy bastante clásica y quiero seguir en esa línea.
—Para pintar sus cuadros, ¿sale mucho al campo?, ¿va a espacios naturales?
Mi marido trabaja en Chincha. Eso me ayuda mucho. Y, cuando tengo la suerte de irme a la selva o de viaje, me gusta caminar por el espacio. No me gusta tomar fotos y copiar la naturaleza. Me gusta vivir y enfrentarme a la tela en blanco y que, de una pincelada, comience a nacer el cuadro. Por lo general, tengo en mente un tema, pero no sé exactamente a dónde voy a llegar. Eso es una sorpresa para mí. El no hacer bocetos es maravilloso porque uno se sorprende a sí mismo y empieza a conocer hasta dónde puede llegar.
—¿Qué proyectos tiene?
Ojalá se puedan reabrir las ferias aquí. Siempre estoy postulando a ferias. El próximo año voy a exponer en JustMAD, y estoy interesada también en hacer una serie de obras referidas al mar, al fondo marino; después, quiero pintar musas de la naturaleza, como La primavera, de Botticelli. Nunca he trabajado la figura humana, por lo que sería un reto para mí. Vamos a ver qué sale… Soy de las que trabaja constantemente. Por ahora, seguiré con mi vegetación.
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