El papa Juan Pablo II, conocido como el “Peregrino”, visitó el Perú en dos ocasiones: 1985 y 1988. [Foto: Archivo]
El papa Juan Pablo II, conocido como el “Peregrino”, visitó el Perú en dos ocasiones: 1985 y 1988. [Foto: Archivo]


Por Katherine Subirana

Bastante ha mutado, a través de la historia, la imagen, la posición y las costumbres del mayor representante de la Iglesia católica desde el primer papa, el buen y sencillo san Pedro, misionero y peregrino.

Pedro fue el apóstol que fundó la comunidad cristiana romana, y se convirtió así en obispo de Roma; mientras los demás discípulos y misioneros fueron creando comunidades por doquier y estas iban adquiriendo vida propia y estabilidad. Según explica el profesor Fernando Armas Asín, esta situación permaneció invariable hasta la época temprano-medieval, cuando, con el creciente reconocimiento del rol primado de la sede romana, hubo una clara división entre la comunidad local y la universal. En esta última dimensión, no era necesario un viaje del papa en persona, pues los delegados asistían a los concilios o sínodos relevantes, y llevaban su voz. Los problemas de infraestructura también influían en la inamovilidad del representante de Dios en la tierra.

                                     — Poder terrenal —
El papado siempre implicó una posición de poder pastoral, social y político. Por ello, los primeros viajes del sumo pontífice están vinculados más a los ajetreos de la difícil relación entre el poder temporal (emperador o rey) y el papado en la época medieval. Armas Asín detalla: “Los enfrentamientos entre imperio y papado, visibles y dramáticos entre los siglos XII y XIII; el traslado del papado a la sede de Aviñón, y todo lo que ocasionó luego el cisma de Occidente, con dos sedes simultáneas para el ejercicio papal, entre los siglos XIV y XV, son hechos explicables de las constantes salidas, huidas o viajes del papa. Por cierto, hay viajes por otras razones, pero son los menos. Y entre ellos están los de coronación de príncipes”. Ejemplo de esto último es lo ocurrido con Pío VII y la coronación de Napoleón en la catedral de Notre Dame, en 1801.

Si hacemos un mapa de los viajes más emblemáticos que han realizado los papas a través de la historia, el profesor Armas Asín destaca el viaje de Urbano II al Concilio de Clermont-Ferrand (Francia, 1095), donde proclamó la primera cruzada. Dentro de la teología y política de la época, era fundamental ese rol del papa para dirigir una lucha contra lo no cristiano.

Ernesto Rojas, sacerdote y teólogo, menciona los viajes que hicieron a Francia los papas Pío VI y Pío VII, también de gran carga política, cuando la Iglesia recién salía del horror de la Revolución francesa, y el Estado —primero el revolucionario, y luego el napoleónico— había querido destruirla.

En el siglo XX fueron muy sonados los viajes del papa Pablo VI a Tierra Santa, en 1964, donde estableció un diálogo fluido con la Iglesia ortodoxa; o su viaje a Estados Unidos para presentarse en las Naciones Unidas (1965) y a Colombia (1968). También, los de san Juan Pablo II, quien, entre sus múltiples viajes, visitó Polonia en 1979 —lo que incidió en el final de la era comunista en el país y en la órbita de dominio de la Unión Soviética—; e Inglaterra y Argentina, en 1982, cuando ambos países estaban en guerra.

Los viajes papales se dan por diversas consideraciones pastorales. Por ejemplo, ese primer viaje de Pablo VI para estrechar vínculos con las Iglesias cristianas orientales no fue solamente para resaltar las raíces geográficas cristianas, sino también para remarcar la apertura ecuménica de la Iglesia católica de los nuevos tiempos, explica Armas Asín. “En todos ellos hay un trasfondo pastoral, sin duda, aunque las características entre ellas son diferentes”, aclara Rojas.

                           — El Perú en el mapa papal —
El Perú ocupa un lugar especial en la historia de la Iglesia en América. “La cristiandad colonial se labró con mucha nitidez en estas tierras. Fue el centro demográfico más importante por siglos en esta parte del mundo, y mantiene aún hoy un rol estratégico en el centro de Sudamérica”, dice el profesor Armas Asín. Y añade que los católicos peruanos necesitan siempre a su pastor. El hecho de que Jorge Bergoglio visite el norte peruano es aleccionador: ha sido el área más castigada por el reciente fenómeno de El Niño. También ir a Madre de Dios, pues es una zona de misión. Cada espacio escogido tiene un significancia en el esquema de acompañar a la comunidad de fieles en su vida diaria, y el papa y quienes planifican sus viajes lo saben.

Ernesto Rojas, por su lado, recuerda el viaje de Juan Pablo II en 1985, cuando llegó a Ayacucho en circunstancias de extrema gravedad para nuestro país, y considera que la visita del papa Francisco significará un nuevo hito en la historia de la fe peruana. “En el mundo de hoy la Iglesia quiere aportar desde su misma vida, desde Cristo, que está presente y actúa en ella, al lado de los pueblos. Nuestro país sufre especialmente por desastres naturales y morales, y pienso que el papa quiere ayudarnos a todos, a entender que todos contamos, seamos católicos o no, en la tarea de construir el Perú, de edificar y no destruir”. Que así sea.

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