En estos momentos de incertidumbre y comprensible angustia, existen políticos y líderes que aún se resisten a aceptar la magnitud de la situación global que vivimos. Felizmente, existen en todas partes personas como el doctor Larry Brilliant. Su nombre suena a personaje ficticio, pero su experiencia en enfermedades infectocontagiosas y pandemias es muy real. De hecho, él fue uno de los principales consultores médicos para el guion de la película Contagio ( 2011 ).
Pero, acaso más destacable que su aporte para Hollywood es haber sido parte del equipo de profesionales de la ONU que ayudó a erradicar la viruela. Catorce años atrás, el epidemiólogo, como muchos otros investigadores, ya advertía que una gran pandemia global de consecuencias inimaginables era inminente, solo que era imposible saber cuándo.
En una reciente entrevista para la revista Wired, Brilliant ayuda a esclarecer algunas ideas sobre lo que ocurre, lo que podría ocurrir y la mejor manera de alinear nuestras expectativas en el medio.
En la conversación, resalta la importancia de “aplanar la curva” (evitar una gran concentración de casos en una ventana de tiempo muy pequeña), puesto que no tiene dudas de que en 15 o 18 meses habrá una vacuna. Ello, sumado a que para entonces un porcentaje de la población ya será inmune al virus, permitirá alcanzar lo que se conoce como la inmunidad de grupo, que se calcula que puede ser de un 70 u 80 % de efectividad.
Brilliant enfatiza, además, la importancia del aislamiento y la cuarentena, y confía en que las pruebas masivas pueden permitir obtener resultados similares a los de Corea del Sur. Finalmente, también nos recuerda que, aunque debemos estar preocupados, no debemos asustarnos. “Esto no es un apocalipsis zombi. No es un evento de extinción masiva”. De nuestros líderes políticos depende que no sea así, vale aclarar.
Impactos profundos
De cara a pensar en la clase de sociedad global en la que vamos a querer vivir cuando pase este momento crítico, vale echar una mirada a aquellas políticas públicas que fortalecen la salud de las personas. Un análisis realizado por investigadores de la Mailman School of Public Health de la Universidad de Columbia, entre 1962 y 2018, resalta los impactos positivos de los programas integrales a largo plazo. Para ello, se revisaron programas enfocados en educación desde la temprana edad, así como otros de asistencia social, empleabilidad y cobertura médica gratuita. Así, se pudo ver cómo estos repercuten directamente en promover hábitos saludables en la infancia, reducir el estrés y asegurar estabilidad en cientos de individuos y familias. “Este estudio es emocionante porque demuestra por primera vez que es posible para un gobierno mejorar la salud de los ciudadanos con inversiones en sectores que no solamente son de salud. Las grandes inversiones que se realizan en otros países en subsidios ayudan a entender por qué han desfasado tanto a Estados Unidos en relación a cuidado de la salud y longevidad en la población”, señala Peter Muennig.
Estrés hereditario
Un estudio publicado en Nature por investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland halló que situaciones de estrés prolongado tendrían un efecto de largo plazo en la composición del esperma. Ello se debería al impacto que tiene en las vesículas extracelulares, unas membranas microscópicas que se encargan de transportar proteínas y lípidos, así como ácidos nucleicos entre las células. Se cree que el desarrollo del esperma se ve alterado al entrar en contacto con estas membranas. En pruebas realizadas con ratones, se advirtió que las crías de los ratones “estresados” tenían una sensibilidad distinta de las hormonas de estrés. Encuestas realizadas a individuos a quienes se les recolectó muestras también hallaron una correlación entre estrés y la composición del esperma. A cuidarnos, por nosotros y por los que vendrán.
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