En 2018, Miguel Pachas Almeyda nos sorprendió de forma grata con una abarcadora biografía de Vallejo que tituló ¡Yo que tan solo he nacido!, verso extraído del poema “Altura y pelos” de Poemas humanos. Con la elección de ese verso, Pachas buscaba destacar la grandeza de la experiencia de un poeta como Vallejo que, consciente de sus limitaciones, se echaba a explorar en un mundo cotidianamente complejo con el único instrumento del lenguaje poético, revolucionado por su genio. Así, Pachas también fundamentaba que Vallejo fuera, básicamente, un poeta autobiográfico.
Con el manejo de una multitud de fuentes (una exhaustiva bibliografía, una iconografía que nos permite revivir momentos estelares de su vida y documentos de todo tipo), Pachas se acercaba a la vida del autor de Los heraldos negros con el celo amoroso del que destaca el detalle o la anécdota para explorar en las cualidades del poeta y en su importancia como ser humano. Pachas, sin duda, se mostraba como un biógrafo admirador de su biografiado, lo que le otorgaba a su trabajo un horizonte marcado por el afecto. Pero no era solo esto. El libro también incluía un aparato crítico de más de cuatrocientas cincuenta notas a pie de página que conseguían aclarar aspectos poco conocidos o mal referidos del autor de Trilce.
Se trataba, pues, de un seguimiento casi diario de la vida de Vallejo para proporcionarnos la trama de amores, necesidades, acontecimientos, traiciones y miedos que generaron las amistades, lazos y filiaciones políticas vallejianas. Así, podíamos advertir, en términos amplios, la hipótesis general del libro, es decir, cómo en Vallejo se manifestaban la preocupación social y el viaje introspectivo en una feliz coincidencia detrás de la cual Pachas encontraba el gran valor e influencia de su obra.
De otro lado, el biógrafo no intentaba —como James Higgins en su libro César Vallejo en su poesía— ligar las experiencias de Vallejo a su obra en un intento explicativo. De hecho, el libro de Pachas no presentaba una interpretación de los poemas basados en el supuesto de que estos podían ser mejor comprendidos a partir de los sufrimientos, dolores y desgracias que abundan en la vida del vate. Su recorrido era más anecdótico y, por ello, estaba vinculado a la cotidianidad y a la experiencia vital del poeta.
Universal y colectiva
Ahora, después de tres años, Pachas nos presenta Vallejo. Poesía completa ( 2021 ), una publicación de Revuelta Editores que incluye un prólogo y una síntesis biográfica extraída del libro referido líneas arriba. Como en su biografía, Pachas sostiene que Vallejo “siempre vivió como un poeta” y que el ejercicio de la poesía fue para él un sacerdocio, una actividad que era como una religión cuyos ritos cotidianos eran ofrecidos a la comunidad de hombres solidarios.
Pachas sabe destacar los momentos importantes de la vida de Vallejo y relacionarlos con sus reflexiones sobre el oficio poético y los poetas. Momentos en los que la escritura demandaba de él una total libertad, como cuando, a fines de la década de 1920, luego de sus viajes a la Unión Soviética, postula que cada poeta debe forjar “su gramática personal e intransferible, su sintaxis, su ortografía, su analogía, su prosodia, su semántica” y “hasta cambiar la estructura literal y fonética de una misma palabra”, sin que esta apropiación personal del idioma lo aleje de sus propósitos universalistas.
De hecho, Vallejo decía que “cuanto más personal (repito, no digo individual) es la sensibilidad del artista, su obra es más universal y colectiva”. En efecto, para Vallejo, cuya filiación socialista y universalista le permitió forjar una obra poética de gran valor, la pregunta por el sentido de la vida humana debía ser respondida desde la experiencia de lo personal. Ahora, gracias a Miguel Pachas, podemos conocer mejor esa dimensión de la vida del artista.
Contenido sugerido
Contenido GEC