A veces ocurre que el espacio funciona y la cocina no tanto. Que la idea, como el título señala, es redonda, pero la carta es tan inmensa que se pierde la consistencia en las preparaciones. Esto me pasa con Estadio F.C., una vieja casona del Centro de Lima que apunta de manera impecable a recrear aquel espíritu futbolero que algunos habíamos perdido, pero que este año agarró nuevos bríos. En Estadio F.C. se vive esa magia, aunque me siga pareciendo sobrecogedor sentarme a comer con una estatua de Messi o Zidane, se puede escoger una mesa sin futbolista y entregarse a la larga charla y al picoteo con los amigos.
La carta es casi un catálogo animado con ilustraciones alusivas al deporte, bastante entretenidas y con nombres de platos inspirados en clubes, jugadas y jugadores, haciendo incluso armonía con el lugar de origen, producto y espacio. Pero más allá del diseño y la chispa, la sazón y ejecución se pierden en un mar de recetas: la cocina se muestra accidentada, baja en la defensa, lista para que en cualquier momento le metan un gol de huacha. Por ejemplo, si bien se arranca con entusiasmo con un Lateral o anticuchos clásicos, de corte delgado y cocción plena; y se sigue con un Estadio o salchipapa contundente con salchicha, chorizo, huevo frito y ensalada (nos comentaron que las papas son procesadas pero nacionales y tenían más sabor que las importadas); el ritmo baja con una salsa huancaína desconcentrada y muy suelta, que no abraza las papas sancochadas como debe.
La cosa se reanima con el Punto de Penal, un atrevido guiño a la selva que plantea un plátano de la isla asado relleno con saltado de cecina y chalaca amazónica con queso. Le hubiese agregado un toque más picante para impulsar el juego, pero incluso sin este, funciona. Entra el lomo saltado José Díaz: carne suave, ahumado preciso, cebollas crujientes, arroz graneado y papas crocantes; y el tacu tacu con sábana Lolo Fernández, cremoso, generoso, de sábana bien estirada y ligera. Sin embargo, la cosa se vuelve nuevamente irregular con la malaya dorada Mariano Melgar: desangelada y nerviosa, no invita al bocado confortable (la pulpa no concentra el sabor del hueso con el que se recomienda hervir la carne antes de freír); y con el arroz con pato Elías Aguirre, que como anotó el periodista Martín Hidalgo, no da para primera división: la proteína no está ni tierna ni jugosa y al arroz le falta mucho de aquella sustancia chiclayana (loche, culantro, cerveza negra y jora) que bien equilibrada suele animar con soltura las ollas norteñas. Se intentó un último aire con los postres, pero el turrón de chocolate con helado, inspirado en el postre de pudín y galletas de vainilla casero, no supo cómo evocar memorias tiernas (urge un cambio del helado de vainilla); y el budín de chancay, llamado Perico León, no le hizo justicia al nombre, le faltó potencia y acierto en la textura.
Estadio F.C. no se equivoca en el concepto, es divertido y apunta al compartir. Además, la atención es buena, amable y el servicio rápido. Debería, eso sí, reducir su carta para poder enfocarse en aquello que le sale bien y en lo que tiene arreglo fácil. Se pueden encontrar buenos platos (regresaría por ese lomo saltado y el plátano inspirado en la Amazonía), pero abarcar tanto genera distracciones. Hay momentos en los que conviene soltar el balón.
AL DETALLE
Puntuación: 13/20
Tipo de restaurante: cocina peruana.
Lugar: Jr. De la Unión 1049, Lima.
Horario: de lun. a miérc., de 12:15 p.m. a 12 a.m.; jue. de 12:15 p.m. a 1 a.m., vier. de 12:15 p.m. a 3 a.m. y dom. de 12:15 a 6 p.m. Estacionamiento: playas en calles cercanas.
Carta de bebidas: larga, desde refrescos, cocteles hasta cervezas artesanales.
Precio prom. persona (sin bebidas): S/60.