"Por una autoridad única de transporte", por Angus Laurie
"Por una autoridad única de transporte", por Angus Laurie
Angus Laurie

Esta semana, la OMS publicó la última encuesta sobre la calidad del aire en las ciudades en el ámbito mundial. El nuevo informe señala que Lima tiene, otra vez, la peor calidad de aire en las Américas. Preocupante también es la tendencia que muestra que la contaminación aquí ha subido de 63 microgramos de partículas PM10 por metro cúbico a 88, y de 38 a 48 PM2,5 entre el 2014 y el 2016: 400% por encima del límite establecido por la OMS.

La mayoría de esta contaminación proviene del transporte, y mucho por la antigüedad de los buses. Mientras estos forman un sistema “autosostenible” (no reciben subsidios del Estado), las combis y coasters generan un costo incalculable en términos de las enfermedades respiratorias causadas por la contaminación, los damnificados por la “guerra del centavo” y los miles de millones de soles de capital humano perdido en la congestión.

Un subsidio para formar un buen sistema de transporte público funcionaría más como una inversión. En el caso de la línea 1 del metro de Lima, un pasaje cuesta S/1,50 al usuario, mientras el costo para el sistema es de S/4, según Enrique Conejo, ex ministro de Transportes. En cambio, un viaje en el Metropolitano, que no recibe subsidios, cuesta S/2,50. Con el mismo subsidio que recibe el metro por pasajero, el Metropolitano sería gratis.

El hecho de que Lima no subsidie al Metropolitano ni a los corredores complementarios es la excepción y no la regla, en comparación con sistemas de transporte público en el mundo. Un subsidio de S/2,50 como recibe la línea 1, por ejemplo, es el mismo monto por viaje con el que se subvenciona a los buses y al metro de Toronto; el subsidio más pequeño por pasajero en Norteamérica. Otras grandes ciudades como Chicago, Boston, San Francisco o Nueva York, en promedio, subvencionan con S/3,40 por viaje. En algunas urbes, el subsidio llega a más de S/17 por viaje según un estudio del Instituto Brookings.

Aquí, el Gobierno Nacional, que capta el mayor beneficio por un crecimiento económico asociado con el transporte público, es solamente responsable del metro. Los buses son responsabilidad de Pro Transporte (de la Municipalidad Metropolitana de Lima). Cuando el alcalde Castañeda se refirió a los corredores complementarios, dijo: “El hecho de que [las empresas concesionarias] ganen o pierdan plata es una cuestión empresarial…”. [Entrevista en América TV, marzo del 2015]. Se estaba refiriendo a un sistema de transporte privado, no público, limitado por las mismas fuerzas del mercado.

Este sistema autosostenible –donde las empresas se dejan a su suerte y se limita el número de buses para aumentar su utilidad, a costo de la calidad del servicio– es probablemente el único modelo factible, en términos económicos, hoy para Lima, dado su presupuesto limitado. Sin embargo, no podríamos decir que funciona bien.

Para rectificar los problemas de transporte en Lima, es de suma importancia eliminar Pro Transporte y reemplazarlo con una autoridad única manejada entre el Ministerio de Transportes y las municipalidades de Lima y el Callao. Con esto, el mismo Gobierno Central podría subsidiar los corredores y recuperar esta inversión a través de una expansión económica y una reducción en el costo de salud. Sin esto, seguiremos siendo la ciudad más contaminada de las Américas, asumiendo todos los costos que esto conlleva.

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