No hace falta viajar mucho, ni ser un gran explorador para maravillarse con el Qhapaq Ñan o Camino Inca. El imperio que dominó los Andes en el siglo XV tendió uno de los principales ramales de su red vial desde Jauja hacia Pachacámac. Y en Lima, los incas mejoraron los vastos caminos que habían construido civilizaciones anteriores y que conectaban a los numerosos templos del valle.
Casi todos los antiguos caminos que cruzaron Lima fueron engullidos por la ciudad. No obstante, el trazado de algunos de estos senderos todavía se ha respetado en ciertas avenidas. El arquitecto e historiador Carlos Guzmán explica que los caminos prehispánicos fueron usados por los conquistadores y en la República por lo bien que conectaban la ciudad.
El principal Camino Inca de Lima, según las investigaciones de Guzmán, ingresaba desde el norte por lo que actualmente es la avenida Túpac Amaru, en Comas. Este sendero cruzaba el río Rímac a la altura del puente del Ejército, atravesaba el Cercado y llegaba a lo que hoy es el Paseo de los Héroes Navales.
“Desde ahí, el camino continuaba hacia Pachacámac por la ruta que sigue la Vía Expresa de Paseo de la República y las avenidas Tomás Marsano y Pachacútec. Las vías más importantes de hoy siguieron el curso de los senderos antiguos”, comenta Guzmán.
Los historiadores también han descrito un camino incaico que partía desde la iglesia de Santa Ana, en Barrios Altos, y que llegaba al sur de Lima atravesando La Victoria, San Luis, San Borja y Surco. En este último distrito, este sendero seguía el mismo trazado de la actual avenida Caminos del Inca.
Asimismo, en el campus de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) se conserva un tramo de camino prehispánico de unos 400 metros.
Según Carlos Olivera, arqueólogo de la PUCP y responsable de la puesta en valor de este sendero, se trata de una de las pocas vías de su tipo que siguen en pie en Lima.
“Lo interesante de nuestro camino es que está amurallado a ambos lados. Según ciertas hipótesis, se trató de un camino que unía la huaca Tres Palos, ubicada en el Parque de las Leyendas, y la huaca Mateo Salado, en el Cercado”, precisa Olivera. Señala que la universidad trabaja en la restauración del camino, que podría ser abierto al público en el futuro.
Giancarlo Marcone, coordinador general del Proyecto Qhapaq Ñan del Ministerio de Cultura, subraya que Lima era ya un área muy urbanizada cuando llegaron los conquistadores españoles. “Cuando éramos jóvenes nos contaron que el valle estaba vacío, lo cual es un discurso ilógico porque estamos rodeados de huacas”, dice.
Aunque en el casco urbano de Lima no quedan grandes vestigios de los caminos incaicos, el sector Cultura evalúa señalizar algunas avenidas, como Caminos del Inca, que fueron importantes senderos prehispánicos.
EL GRAN CAMINO A LA SIERRA
En el sector Chontay, ubicado en el límite de Cieneguilla con Huarochirí, se ha conservado un tramo del Qhapaq Ñan de aproximadamente 4 kilómetros de longitud. Se trata de una trocha serpenteante labrada en la ladera de un cerro, a 50 metros sobre el río Lurín.
Según Marcone, este sendero no solo fue una de las principales rutas de acceso a la sierra durante el incanato, sino que era ruta de peregrinaje entre el santuario del nevado de Pariacaca (Huarochirí) y el templo de Pachacámac, el principal complejo religioso de la costa central.
El camino de Chontay forma parte de los sectores recientemente declarados Patrimonio Mundial por la Unesco.