Hernán Medrano Marin

Cada día Luis inicia su rutina de la misma manera. Sale de su habitación, camina hacia la cocina y mientras llena de agua su tetera, abre la ventana. Al mismo tiempo que la luz de la mañana entra a su comedor, él observa el panorama y con un gesto de asentimiento saluda sus particulares vecinos. Del otro lado no hay un respuesta, no hay miradas, no hay nadie, al menos nadie con vida. Sin embargo, comparte el espacio con más 220 muertos en nichos y mausoleos. Su historia es la de un vecino que literalmente ‘convive con gente de otro mundo’.

Contenido Sugerido

Contenido GEC