Tras ocho días Cantagallo se levanta entre plásticos y palos
Tras ocho días Cantagallo se levanta entre plásticos y palos
Cristina Fernández

El fuego y gritos de auxilio despertaron a las familias de la madrugada del pasado viernes 4. En cuestión de horas, aquel pueblo asentado en una margen del río Rímac, en un terreno de más de 50.000 m2, se redujo a casi la mitad ante la impotente mirada de sus habitantes.

Ayer, a una semana del incendio, un cartel en el colegio intercultural bilingüe de la comunidad parecía resumir la tragedia que dejó en la calle a 336 familias: “Cantagallo renace de las cenizas”.

Y es que cuando las llamas se extinguieron, los damnificados regresaron a sus lotes, limpiaron los escombros de lo que fueron sus viviendas y levantaron carpas con plásticos y palos. Hoy viven de la caridad de la gente, duermen casi a la intemperie y piden la urgente instalación de agua, luz y desagüe.

Tras el incendio, muchas autoridades visitaron Cantagallo –quizá por primera vez– y evidenciaron el verdadero problema de la comunidad: la necesidad de viviendas seguras para cientos de familias. 

Pese a lo que muchos creen, Cantagallo no es un pueblo shipibo. “Sus primeros habitantes llegaron hace casi 50 años, eran trabajadores de una chancadora que en ese entonces operaba en la zona”, cuenta el alcalde del Rímac, Enrique Peramás. Los siguientes fueron ambulantes desalojados del Centro de Lima por el ex alcalde Alberto Andrade, en 1997, y reubicados en Cantagallo con la promesa de la formalización.

Con los años la comunidad fue creciendo, en el 2001 llegaron los primeros shipibos y luego los ferreteros desalojados de Las Malvinas. Fue así como surgió un pueblo intercultural, comercial e industrial.

—Propuestas de reubicación—

El viceministro de Vivienda y Urbanismo, Ricardo Vidal, anunció ayer la formación de una mesa de trabajo multisectorial para solucionar la necesidad de vivienda de Cantagallo. La comisión, liderada por el Ejecutivo, se reunirá formalmente este lunes en el ministerio. Participarán las comunas de Lima y el Rímac, así como Cofopri y Bienes Nacionales.

“El compromiso del Ministerio de Vivienda es la identificación del suelo para la reubicación y el apoyo con bonos familiares habitacionales. Hay terrenos en Martinete y Campoy, pero se evaluarán más alternativas”, dijo Vidal a su salida de la Comisión de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos del Congreso convocada para abordar la problemática de Cantagallo y a la que por segunda vez faltó el alcalde de Lima, Luis Castañeda. “Él solo va a donde se siente cómodo. Ojalá que se ponga a la altura de las circunstancias y asuma un rol activo”, sentenció la titular de la referida comisión, María Elena Foronda.

Estudios de microzonificación sísmica, presentados por el Ministerio de Vivienda, indican que el terreno de Cantagallo no es una opción para  vivienda. En la actualidad, viven allí más de 530 familias, según un padrón de la Municipalidad del Rímac.

“La responsabilidad política fue desde el inicio de la Municipalidad de Lima, si sigue sin dar solución el Gobierno Central debe tomar las riendas y garantizar el derecho a una vivienda digna”, precisó Enrique Peramás.

En tanto, la población de Cantagallo sigue dividida, unos insisten en quedarse y otros piden la reubicación en una zona segura. 

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