Personal policial detuvo a Rosita Vílchez, la peruana que se encontraba en la lista de más buscados del Buró Federal de Investigación (FBI por sus siglas en inglés).
La mujer fue intervenida en una casa de la zona de La Planicie, en La Molina, en donde se habría ocultado desde hace un año. Lucía el cabello pintado, distinto a cómo se veía en las imágenes difundidas por el FBI y en la entrevista que dio desde la clandestinidad en noviembre de año pasado.
Las autoridades estadounidenses ofrecieron incluso como recompensa 6 mil dólares o 15 mil nuevos soles a quien informara del paradero de la peruana.
Según el FBI, el 6 de septiembre del año pasado, el Tribunal Federal del Distrito Este de Virginia acusó formalmente a Vílchez de fraude bancario, asociación ilícita para cometer fraude y de manejo de una empresa criminal. Afirmaron que, junto a sus cómplices, se dedicaba a estafar a instituciones financieras y a posibles propietarios de viviendas al norte de Virginia, desde el año 2005 hasta el 2007.
“Que me presenten una prueba en mi contra, no un testimonio, eso no sirve. Que me digan a quién estafé y cómo. ¿Dónde está mi firma y letra?”, se había defendido ella el año pasado.
Vílchez fue sometida al examen de medicina legal y luego fue puesta a disposición de Requisitorias.
“Será la juez del 24 juzgado penal quien determinará si es que este proceso es afrontado con carácter de urgencia o no. Si es con urgencia, que nosotros desestimamos esa posición, sería internada en un penal. Si es con no urgencia, tendría que ser con un mandato de comparecencia”, dijo su abogado al noticiero “América Noticias”. El letrado insistió en que su defendida “no ha cometido delito en los Estados Unidos” y que no hay pruebas contra ella.
Si le diera orden de detención, sería extraditada al país norteamericano.