Gabriel Sandoval, un hombre de 71 años, está internado desde hace 12 días en el Hospital EsSalud Octavio Mongrut a la espera de una cama en cuidados intensivos. Su caso acrecienta la tragedia de la familia Sandoval Millones, que ha visto a nueve de sus miembros fallecer a causa del COVID-19 durante el 2020.
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El 5 de enero, Gabriel Sandoval se realizó una prueba rápida de despistaje para coronavirus en la posta de salud de La Perla, en el Callao. El resultado fue “positivo-negativo”. A los familiares les dijeron “que había tenido COVID-19, pero que ya no lo tenía”, según el testimonio de su hermano Ernesto Sandoval, quien envió a El Comercio una constancia de receta única estandarizada emitida por el establecimiento de salud del Gobierno Regional del Callao.
Dos días después de recibir dichos resultados, Gabriel Sandoval presentó malestar general y dolor en la espalda, además de picazón en la garganta. Sus familiares creyeron que sufría de un resfriado; sin embargo, decidieron llamar a EsSalud para realizar un nuevo descarte de COVID-19.
“Mi hermano es jubilado, él trabajó en la fábrica D’Onofrio, en la sección de helados. Pensaba que por su anterior trabajo, por el frío, le molestaba la garganta o tenía un resfriado, y por eso estuvo tomando cosas caseras. Así empezó todo”, recuerda su hermano.
La madrugada del 13 de enero, un equipo médico de EsSalud acudió a su domicilio para atenderlo e indicó que consiguieran un balón de oxígeno para contrarrestar el malestar. Pese a ello, las molestias se fueron agravando, presentaba falta de oxígeno y baja saturación en la sangre, según los reportes de la atención domiciliaria.
El 14 de enero, bajo las recomendaciones de un neumólogo particular, a quien acudieron ante la gravedad del paciente, la familia Sandoval decidió conducirlo al Hospital Mongrut para una mejor atención.
El 17 de enero, tras ser hospitalizado, personal del hospital se comunicó con los familiares para indicarles que el paciente necesitaba una cama en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), debido a que se encontraba en estado crítico. “Nos dijeron que mi hermano necesitaba una cama UCI, que tenía las referencias para hospitales grandes como el Sabogal o el Almenara, pero hasta ahora nada”, recuerda Ernesto.
En los siguientes días, la familia Sandoval asegura que no recibió información de parte del personal del Hospital Mongrut. Asimismo, al cierre de este artículo no han podido conseguir una cama en cuidados intensivos.
Según Milagros Sandoval, hija de Gabriel, un trabajador del centro médico le informó que el nosocomio solo cuenta con 16 camas UCI y que hay una lista de espera de 40 pacientes para poder recibir ventilación mecánica. El Comercio solicitó comunicarse con un vocero de EsSalud al respecto, pero hasta el cierre de esta nota no había recibido respuesta.
El último reporte de Susalud, actualizado a las 7:56 de la mañana del 26 de enero, indica que las 16 camas UCI, los 16 ventiladores y las 54 camas de Unidad de Cuidados Internos con las que cuenta el Hospital Octavio Mongrut están ocupados. Además, solo están disponibles 13 de las 283 camas de hospitalización del centro médico.
El viernes 22 de enero, Milagros Sandoval recibió una llamada del doctor Palomino, psicólogo de la institución, quien veía paralelamente a su papá por un cuadro de depresión diagnosticado después de su ingreso a la institución. El especialista le indicó que Gabriel se encontraba sedado.
“Su papá está inconsciente, eso es bueno para su salud, porque hace que pueda llegar más oxigenación a su cuerpo y así no se cansará al respirar, me dijo el doctor. Yo entendí que mi papá estaba bien y confié en su palabra”, relata Milagros.
El sábado 23, recibió una llamada de la doctora Chacón, encargada del tratamiento de su padre. La especialista le indicó que la salud de Gabriel “se estaba deteriorando cada día más y que su saturación había bajado de 72 a 57″; además, que cuando le suministraban tranquilizantes “su saturación comenzaba a subir hasta 85; sin embargo, sí había mejoría”.
Asimismo, la familia consultó si podían ver otras alternativas de tratamiento. “Le dije a la doctora que había leído sobre el sistema de alto flujo y le pedí que me informe si era verdad para ver la forma de conseguirlo. Me respondió que se lo llevemos a más tardar al día siguiente”, asegura Milagros.
Los especialistas les indicaron que antes de cualquier otro tratamiento, primero debían consultar con el neumólogo. Sin embargo, al día siguiente, el domingo 24, recibieron una nueva llamada en la que personal administrativo del hospital les informaba que 13 días atrás le habían realizado un hemograma a Gabriel. Los resultados mostraban que “los leucocitos estaban altos y que iba por su tercer día con antibióticos, que la saturación estaba en 80 y que está con insuficiencia respiratoria al mínimo movimiento”.
“Me dijeron que mi papá se encuentra sedado con morfina y con máscara de reservorio. Solicité que me confirmen si le habían puesto la cánula de sistema de alto flujo y me indicaron que no podían confirmarme más”, explica la hija de Gabriel.
Desde el 17 de enero hasta la fecha la familia Sandoval continúa buscando una cama UCI disponible en cualquier hospital de EsSalud. Sin embargo, todas las instituciones sanitarias de Lima y Callao han rebasado su capacidad, según indicó la Defensoría del Pueblo en su cuenta de Twitter el 23 de enero.
Drama familiar
Los Sandoval Millones han sufrido el embate del COVID-19 desde el 2020. Hasta la fecha, esta familia ha perdido a nueve de sus miembros a causa de la enfermedad. Ernesto Sandoval explicó a este Diario que en la provincia de Bagua murieron sus dos tíos, sus tres primos, su nuera y un nieto de sus tíos. “Ellos murieron por falta de atención del Minsa y de EsSalud”, acusa.
Dos primos más fallecieron en la región Lambayeque.
La desgracia llegó a la familia Sandoval en mayo del 2020. Francisco López Sandoval (70 años) se encargó del cuidado de sus padres Angélica Sandoval Valencia (97) y Teodoro Cotrina Suarez (87), luego de que les detectaran la enfermedad a ambos. Sin embargo, tras infectarse sus otros dos hermanos, Alberto (74) y Optaciano (72), Francisco enfermó y falleció, convirtiéndose en el primer miembro de la familia en morir por COVID-19.
Optaciano se había infectado tras salir a tomar unas cervezas con dos amigos después del trabajo. Poco después, mediante una llamada telefónica, le dijo a su primo Ernesto -hermano de Gabriel Sandoval, cuya historia narramos al inicio de este artículo- que tenía problemas para respirar. Dos días más tarde, Optaciano falleció tras asistir a un centro de atención de EsSalud en Bagua.
La tercera en fallecer fue Loida Serna Rojas (72), esposa de Alberto Sandoval. Ambos se infectaron tras asistir al entierro de uno de sus primos. Primero falleció Loida y a los dos días su esposo corrió la misma suerte tras acudir al Hospital de Bagua Chica sin poder recibir el tratamiento debido, según declaraciones de Ernesto Sandoval.
Angélica Sandoval (74) y su esposo Teodoro Cotrina también enfermaron. Su familia asegura que al acudir al centro médico “les dijeron que, por ser muy mayores, mejor se vayan a su casa porque no resistirían”.
El último en fallecer fue Santos Dionisio Cotrina Sandoval (70), quien trabajaba moliendo arroz y presumen que se pudo infectar “un día que le vendió arroz a mi tío, cuando le pagó mi primo Optaciano, lo más probable es que ahí le haya contagiado”, teoriza Ernesto.
El drama de la familia Sandoval, sin embargo, no se limitó a Bagua. En Lambayeque vivía Alex Lopez Serna (42), hijo de Loida y Alberto, quien también falleció a causa del coronavirus. Su cuerpo fue trasladado a su natal Bagua para poder ser enterrado, detalló su familia.
“Tenemos a otro pariente que también falleció allá (en Lambayeque). No recuerdo su nombre porque no éramos muy cercanos, pero es igual de doloroso”, se lamenta Ernesto Sandoval.
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