Margareth y Romina son dos pequeñas de 3 años que nacieron con sordera congénita. Un implante en la cóclea (oído interno) les cambiará la vida. “En febrero del 2017, diagnosticaron con sordera profunda a Margareth. Desde entonces, he buscado una solución para ella”, cuenta la madre, Elizabeth Ríos. Añade que todo este tiempo ha estado aguardando para cantarle “Yo te esperaba”, de Alejandra Guzmán. Y Matilde Curi, la madre de Romina, muere por leerle un cuento a su hija.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud del Niño San Borja, cinco de cada mil niños en el país nacen con alguna dificultad auditiva y dos de ellos son completamente sordos. “Por eso es importante que todos los niños pasen por un tamizaje para detectar cualquier problema a tiempo”, dice el otorrinolaringólogo Francis Martínez, del Centro de Audiología del INSN San Borja. “Cualquier cirugía se debe realizar antes de que el niño cumpla los 5 años”, explica.

Desde que Margareth y Romina fueron diagnosticadas, han usado audífonos para estimular el cerebro. También han ido a terapias de lenguaje. “Pero no tuvimos mayor éxito con eso”, indica el doctor Martínez. Hace cuatro semanas les practicaron una cirugía para colocarles un implante coclear. Ayer les pusieron unas antenas imantadas y encendieron los dispositivos para que oyesen y reconocieran las fuentes de sonido.

Es la primera vez que el INSN San Borja realiza este procedimiento a través del SIS. “En Essalud ya se ha hecho. Al Minsa le ha tomado más tiempo por un tema de recursos. El implante cuesta S/100.000”, explica Martínez. Hay 10 niños en lista de espera.

—Otro mundo—
Los médicos distraen a las niñas con un Señor Patata mientras les colocan los aparatos y van regulando el volumen con el cual registrarán al mundo. Cuando ya han acabado, piden silencio.
El primer dispositivo que encienden es el de Margareth. La audióloga Diana Gutiérrez le hace una seña a la madre de la niña para que su voz sea lo primero que ella escuche. Elizabeth susurra: “Hola, mi amor. Hola, Margareth”.

La niña entrecierra los ojos. La madre repite su nombre. La niña queda asombrada al ver de dónde viene el sonido y rompe a llorar. Es como el llanto de un recién nacido. Patalea un poco. “Soy mamá”, le dice Elizabeth para calmarla y Margareth se cuelga de su cuello.

La doctora apaga el dispositivo. La niña regresa a la paz del silencio. Cuando ya se ha tranquilizado, vuelven a encender el aparato. La doctora Gutiérrez golpea la mesa y sisea. La niña sonríe. Luego vuelve a sollozar e inmediatamente voltea buscando de dónde proviene su propio llanto. Los médicos le aconsejan a la madre llevarla a casa con el aparato apagado. Es muy pronto para exponerla a la orquesta de bocinas, sirenas y griteríos que inundan la ciudad.

Es el turno de Romina. Matilde Curi, su madre, se acerca a su oreja. “Romi”, le dice. La niña levanta la vista. Se mantiene alerta. Mira a los doctores fijamente. La doctora Gutiérrez imita, tal como hizo con Margareth, el sonido de una serpiente. La niña no le aparta la vista. Matilde le pasa la voz a su hija y le señala su rostro: “Romi, hola”.

La niña llora y aprieta su espalda contra el pecho de su mamá. Los especialistas suspenden el sonido unos instantes. Cuando vuelven a prender el aparato, la doctora Gutiérrez le canta una melodía infantil. La niña la mira más calmada. A los pocos minutos ya está correteando y posando feliz para las cámaras.

LARGO CAMINO

- Según los médicos del Centro de Audiología del INSN San Borja, se debe dotar al niño (al menos 6 meses antes) de audífonos. De este modo el cerebro no deja de recibir estímulos sonoros, aunque no reconozca la fuente.
- Los especialistas explican que es preferible colocar el implante coclear antes de que el niño cumpla los 5 años, tiempo en el que se desarrolla la capacidad del habla. El tratamiento se completa con terapia del lenguaje, que puede tomar entre 1 y 2 años.

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