La especialista Mariana Alegre hace un diagnóstico sobre el problema que representa para los ciudadanos el caos vehicular. (Alonso Chero/El Comercio)
La especialista Mariana Alegre hace un diagnóstico sobre el problema que representa para los ciudadanos el caos vehicular. (Alonso Chero/El Comercio)
Renzo Giner Vásquez

Sin importar la hora en que lea esta entrevista lo más probable es que usted ya haya renegado al menos una vez debido al tráfico. Por ello, el 51,3% de limeños considera al transporte público como el segundo problema más importante que afecta la calidad de vida en la capital, solo superado por la delincuencia (75,4%), según el último estudio del observatorio Lima Cómo Vamos.

Sobre este problema y las posibles soluciones conversamos con Mariana Alegre, directora ejecutiva de la organización.

—¿Qué es lo que genera más molestias dentro de nuestro caótico tráfico?
Tuvimos una pregunta al respecto y las respuestas son el estado de las pistas, los espacios para peatones y la seguridad para ellos. Cabe resaltar que cuando hablamos de transporte público hablamos también de movilidad urbana; entonces hay que priorizar las mejoras en el transporte público, pero no se puede hacer sin atender los otros modos de viaje. La encuesta también da la distribución de cómo se mueve la gente a su centro de trabajo o estudio. Y dentro de ello hay dos preguntas más.

—¿Cuáles?
¿Cuál es su viaje principal? y ¿cómo llegan a esos medios de transporte? Esta última visibiliza un modo de viaje que en la primera pregunta no aparece. Por ejemplo, la caminata (60,9% en Lima), en realidad acá caminamos muchísimo. Además de la multimodalidad, es decir que los viajes no solo son de un solo modo. Por ejemplo, ¿tú cómo llegas a tu trabajo?

—Camino hasta el paradero, tomo un bus y luego camino a la oficina.
Son tres tramos de viaje. Hay gente que toma mototaxis para llegar a una avenida y tomar un bus más grande. Esa necesidad de movernos genera que necesitemos una buena oferta de transporte público que llegue a donde la gente vive, ofrezca calidad en el servicio y tenga frecuencia. La meta de una ciudad debe ser mantener un alto porcentaje de viajes en transporte público; nosotros tenemos eso, pero de pésima calidad y en pésimas condiciones.

—Y lo más preocupante es que nos hemos acostumbrado a ese mal servicio.
Diría que la preocupación mayor es que el ciudadano no tiene la capacidad de cambiar. Tú puedes renegar y decir: “Por qué se suben a esas combis si saben que manejan mal”. Bueno, la persona no tiene dinero para pagar otra cosa. Así de simple.

—Bueno, hay pasajeros que también exigen que el conductor acelere. Algo de culpa tienen...
Ese pasajero y ese conductor actúan de acuerdo al sistema en el que están insertos. Está muy mal que un chofer meta el carro en una intersección, pero si no lo hace quizás no llegue en 7 minutos. Y eso es porque hay una mala gestión vial. Hay que preguntarnos si la gente es inculta o el sistema te obliga a tomar decisiones irracionales, idiotas y perjudiciales.

—¿Cómo mejoramos eso?
Una de las primeras cosas es organizar mejor la pequeña infraestructura vial. No se trata necesariamente de colocar más ‘by-pass’ o vías rápidas, sino de corregir esos semáforos mal puestos, esas esquinas ciegas, esa señalización mal puesta, esos flujos que no coordinan y evitar que la Policía de Tránsito tome decisiones. Un sistema que funciona bien limita que el peatón y el conductor tomemos decisiones, y eso hace que fluyamos mejor.

—¿Eso es tener una visión de ciudad?
Sí, va asociada con la ciudad que deseas tener, de acuerdo a eso debes delinear tus políticas públicas e inversiones. Nosotros trabajamos en miras de una ciudad sostenible y hay dos planes para operativizarla: el plan de desarrollo urbano y el de movilidad sostenible.

—¿Cuánto nos ayudaría una autoridad única de transporte?
Somos promotores de una gestión unificada, deberíamos pagar solo un pasaje para ir a un destino, no tres. Y esto es grave porque la gente más pobre es la que termina gastando más. Cuando se termine de entender que las estrategias de transporte público disminuirán desigualdades las cosas cambiarán.

—¿Qué es lo que más te indigna de este desorden?
Que el caos que tenemos en las calles nos vuelve malos ciudadanos. Eso es lo terrible, nos afecta como sociedad, pasamos de ser limeños amables a potenciales asesinos. La mala gestión de transporte nos transforma en monstruos y no deberíamos permitirlo.

— Estamos en pleno año electoral, ¿qué esperas escuchar respecto a la reforma de transporte?
Que se debe continuar. Es necesaria y debe incluir a los medios masivos grandes. Deben decidir qué hacer con el Metropolitano o el Metro. Hay un programa bien interesante que los candidatos deberían implementar, se llama Visión Cero y se busca lograr que haya cero muertes por accidentes de tránsito.

— ¿De qué forma?
Primero, con infraestructura segura o que perdona. Imagina si el Pasamayo tenía los mecanismos para que los buses no se desbarranquen, sería una estructura que perdona la vida. Otro punto es la reducción de la velocidad. Además, los puntos negros (zonas con más accidentes) se vuelven responsabilidad de los constructores, los deben revisar y determinen las causas.

SOBRE MARIANA ALEGRE
Tengo 37 años. Estudié Derecho en la PUCP y Diseño de Ciudades en la London School of Economics. Tengo dos hijos, la mayor se llama Lima. Soy profesora en la Facultad de Gestión y Alta Dirección de la PUCP y desde el 2010 estoy en el observatorio.

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