LUIS SILVA NOLE / @Lucho_Silva
Redactor de Sociedad
Con posturas corporales que invitan a la relajación, el yoga, milenaria disciplina de origen hindú, permite al ser humano reencontrarse con su esencia. Es un camino para hallar la armonía con uno mismo y con el entorno, incluso en la vejez.
“Una persona adulta mayor que ha vivido desordenadamente va a empezar a tener molestias. El yoga combate eso porque actúa en el aspecto glandular cuando, en las posiciones indicadas por el instructor, se presionan glándulas internas. Así, la persona logra expulsar las toxinas acumuladas”, explica a El Comercio María Ynés Gutiérrez Urízar, instructora de yoga de la cadena de gimnasios Gold’s Gym.
“Enseño el yoga tipo hatha, basado en posturas del cuerpo o asanas [destacan la fetal y la invertida]. Buscamos que los adultos mayores consigan un equilibrio entre mente, cuerpo y espíritu, potenciando sus chacras o puntos de energía”, dice Gutiérrez, quien aplica en sus sesiones musicoterapia y aromaterapia.
“Son cada vez más las personas de la tercera edad, especialmente mujeres, que hacen yoga en los gimnasios”, afirma la instructora.
El yoga descontractura y combate el estrés y la depresión, la migraña y los dolores lumbares; reduce la grasa de la cadera y la cintura, tonifica los nervios de la columna, favorece la circulación sanguínea y estimula al estómago, hígado, intestinos y riñones.